Opinión

Gordo marica

“En cuanto a lo de que el Centro Democrático esté lleno de hijueputas, no se equivoca Cabal”

(PRESIDENCIA DE COLOMBIA / EFRAÍN/Europa Press)

Lo que le envidio a María Fernanda Cabal es lo mismo que más me molesta de ella: que vaya por la vida haciendo afirmaciones categóricas sin pruebas ni vergüenza. Es irritante porque suele apelar más a la pasión que a la razón, pero le codicio esa inconsciencia, esa capacidad de sentir que está llena de razón y que no tiene nada que perder porque tiene la posición y el dinero para darse el lujo de no importarle lo que digan de ella.

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Su última perla fue decir que el presidente Duque era un gordo marica que se la pasaba de viaje por el mundo con una comitiva de ciento cincuenta personas y que el Centro Democrático, movimiento al que pertence, era un partido de hijueputas, todos ricos por cuenta del actual gobierno.

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Ya quisiera cualquier opinador político de este país la lucidez de Cabal. Yo he escrito ríos de tina sobre Duque y eso era lo que quería decir, simple y llano, que es un gordo marica, un bobo hijueputa, con todo respeto. Podría uno deshacerse en críticas sustentadas de por qué su mandato ha sido decepcionante, pero para qué, si ya se va a ir y además no lo va a leer porque va por la vida muy a su bola, desoyendo críticas y consejos. Ya se ha dicho, su desconexión no se debe a que no entienda la realidad, sino a que no le importa porque la suya le resulta más conveniente.

Para un costeño encarcelado dentro de un bogotano como yo, además devenido en periodista, es duro en ocasiones prescindir de los insultos. Es cierto que cada vez los necesito menos porque con los años y el oficio llega la mesura, pero hijueputa, qué rico es soltar a veces un vergazo o mandar a alguien a la mierda. Por eso lo dicho por Cabal es liberador y refrescante: a veces no queremos ser decentes, pensantes y explicarle a alguien por qué no nos gustó lo que hizo, sino decirle que es un malparido e irnos.

Y yo sé que esas no son formas de tratar a nadie, menos a un Presidente, pero es que ha sido una pérdida de tiempo reclamarle, por ejemplo, su ausentismo en los últimos meses que se la ha pasado de tour por el planeta, o pedirle explicaciones de por qué actúa con desprecio ante la Comisión de la Verdad y su informe final. Por eso, qué placer decirle que es un gordo marica sin que eso devenga en una discusión, y también sin ser señalado de homofobia o gordofobia porque a la larga la expresión es más una descarga que una intención de insultar a una comunidad u otra; incluso el deseo tampoco es insultar al personaje en cuestión, sino relajar los músculos.

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En cuanto a lo de que el Centro Democrático esté lleno de hijueputas, no se equivoca Cabal. Hijueputa es un gran insulto, el más universal de todos porque es fuerte y certero, pero vago a la vez. Si tachas a alguien de ladrón y no puedes probarlo, te metes en problemas; hijueputa, en cambio, puede ser cualquiera según el contexto. Si miramos bien, todo el mundo es un hijueputa si lo sabemos argumentar. Por eso celebro las palabras de la Senadora, y más que celebrárselas, se las agradezco porque dijo en par frases lo que muchos periodistas hemos pensado en silencio. Para qué tener columnas de opinión y espacios radiales, si a veces un hijueputazo es todo lo que necesitamos para estar bien.

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