¿Es posible transformar los patrones mentales con los que crecimos? ¿Es fácil o es un proceso complejo?
PUBLICIDAD
Transformar los patrones mentales con los que crecimos es posible. Se pueden transformar o por lo menos hacerlos conscientes para empezar un cambio en el día a día. No sé si uno transforme el patrón, pero cambias las actitudes y respuestas que antes eran automáticas, inconscientes; es un proceso demasiado complejo. Pensemos que en la cantidad de años que tenemos, venimos haciéndolo de una manera y de repente empezamos a querer hacerlo diferente, entonces; es bien complejo porque primero requiere verme a mí mismo, cuando normalmente veía hacia fuera. Darme cuenta de que me he venido engañando y que creamos personajes para ocultar nuestros miedos, para evitar ser heridos de nuevo. Una vez confronto mi verdad puedo empezar a transformarla. El automático siempre vuelve, creo que es de las cosas que requiere más practica y más dedicación.
¿Cómo se transforman la frustración, la ira, la tristeza en emociones positivas? ¿Eso es posible?
No creo que se deban transformar la frustración, la ira y la tristeza en emociones positivas; ese es uno de los temas que nos confunden, todas las emociones son válidas pero nosotros siempre queremos estar en las emociones que llamamos positivas como: la alegría, el disfrute, pero resulta que la frustración, la ira y la tristeza son emociones importantísimas en nuestra vida, nos hablan de que necesitamos hacer un cambio, necesitamos poner un límite; o la tristeza por ejemplo de que algo es importante para nosotros, entonces esas emociones como no les damos cabida, no podemos ver lo que nos muestran, vivimos distrayéndonos para evitar la emoción, nos hacemos los de las gafas con diferentes estrategias: me ocupo, me victimizo, culpo a otro de mi emoción y no entiendo cuál es el proceso que estoy viviendo en mi interior, ese proceso emocional, que me está queriendo mostrar que algo es importante para mí y que necesito un cambio.
¿Los adultos somos el resultado de nuestra niñez?
- Cada vez estoy más convencida de que los adultos somos el resultado de nuestra niñez y de esas situaciones que marcaron nuestra infancia. Hay patrones, creencias limitantes que trascienden generaciones; pero todo eso se transmite justamente a través de la niñez y no tanto por lo que le pasó al niño, si no por lo que necesitaba ese niño y que no tuvo: seguridad, consistencia, amor, atención, ese niño que además todo lo ve como si fuera su responsabilidad y entonces empieza a asumir unas cargas, unas reacciones a lo largo de su vida y crea un personaje para protegerse, o para ser amado o para sanar, eso que tanto le dolió, bien sea para no volver a ser herido, para sentirse amado, para sentirse incluido, de repente perdemos la inocencia, la intuición, nuestro auténtico ser; detrás de este personaje, en su momento ese fue muy valioso, pero que también nos limita y hacerlo consciente, nos permite volver a ese niño genuino que puede amar sin tanto miedo, que puede ser auténtico, que puede ser quien en realidad desea desde su intuición y no desde ese escudo de protección permanente.