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La Mesa

“¡Una mesa de trabajo en donde se sienten hinchas y un club de fútbol! ¿Pero qué es eso?”, “¡Los hinchas al estadio, el club aparte con sus decisiones!”, “¡Es que los clubes son empresas privadas y nada tienen que estar hablando con hinchas!”.

Las anteriores afirmaciones condensan diferentes opiniones que leí y escuché en diferentes medios de comunicación de Bogotá al darse a conocer una carta de las barras organizadas de Atlético Nacional en la que anunciaban que se retiraban de la mesa de trabajo con el club (Todos Somos Nacional), a raíz de toda la crisis que vive el equipo luego de ser campeón del Torneo Apertura de la liga colombiana.

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Ante todo, les dejo en claro que quien escribe estas letras hacía parte de esa mesa de trabajo. Más allá de ser periodista, soy hincha, opino, genero contenidos en mis redes, tengo un medio partidario que se llama La Tertulia Verdolaga y mi periodismo, más allá de otros aspectos, está enfocado hacia el universo Atlético Nacional. De igual manera, tengo una barra. ¡Sí; oh, pecado capital, que un periodista o un simple profesional forme parte de una barra familiar y social que se ubica desde hace 12 años en la tribuna oriental del estadio Atanasio Girardot y se llama ADN Verdolaga! Por todo lo anterior y, creo yo, por mis aportes, ideas y opiniones, fui invitado hace cuatro años y medio a formar parte, desde su creación, de esa mesa de trabajo entre hinchas y el club.

Todo lo anterior, especialmente las declaraciones de diferentes medios capitalinos sobre el tema, me llevan a pensar en la enorme satanización, estigmatización con la que se trata el asunto de las barras en el fútbol y su relación con los clubes e, incluso, con todos los entornos. A eso, súmele la facilidad para emitir conceptos y juicios sin tener en cuenta un factor fundamental de esa historia: las barras mismas.

Tengo muy claro que la violencia que ha acompañado a las barras populares (no le digo bravas) es un hecho claro y repudiable. Pero es importante entender el hoy de estos grupos y, dentro del espectro que conozco, que es Medellín, con sus vigentes errores y virtudes, el presente de las barras populares como Los Del Sur o La Rexixtenxia Norte es de un nivel distinto en sus metas y proyectos.

Hay una mesa de trabajo a nivel nacional que reúne a gran parte de estas barras populares de los distintos equipos. Hay otras que no han querido formar parte de estos acuerdos de convivencia y acciones de tolerancia y perdón. Por eso, ellos mismos definen que hay barras populares que están ya en una fase de “adultez” en su filosofía de acción como grupo y otras que se quedaron en una “adolescencia” violenta y no dialógica.

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Ahora bien, cuando se habla de barras, no todo está metido en el mismo paquete de las barras populares, también están las barras organizadas, familiares y sociales, que al son de unir grupos de humanos de cualquier tipo de edad, estrato y nivel educativo, deciden establecer un vínculo para trabajar por el club, por ellos y por el entorno en donde viven.

En esa mesa de trabajo de Nacional, que por cierto realizó su labor durante todos estos años de manera silenciosa, pero efectiva, tenían espacio la barra popular y las otras asociaciones de barras sociales y familiares que representan las tribunas del estadio y otros escenarios, como la influencia en redes sociales, entre otras.

Estoy por creer que muchos colegas, cuando se les habla de este tipo de mesas de trabajo, tienen en su memoria la imagen de un grupo de delincuentes que, al son del sacol y el alcohol, van a las instalaciones del club a “apretar” a las directivas del club. No y no. Lo digo con la mayor sinceridad: pocas veces he visto y he sido parte de un escenario de diálogo más diáfano y respetuoso como esta mesa de Todos Somos Nacional.

Adicione otro condimento al tabú: creen que las barras o los que estamos en esa mesa, que por cierto la mayoría somos profesionales y gente de academia, recibimos o pedimos prebendas como que nos regalen boletería o cosas por el estilo. No, es un trabajo que se considera de honor por el hecho de estar ahí representando a la hinchada.

Estar con las directivas del club, incluido el presidente, para hablar, opinar, debatir y sugerir cosas como la planeación de salidas para recibir al equipo en el estadio, hablar sobre las mejoras de logística, solucionar con diálogo discrepancias entre barras, mejorar las condiciones de ingreso y del estadio, dialogar sobre la realidad del equipo y lo que sienten los hinchas, sí, ¿por qué no?, hablar de precios de boletería bajo el manto de entender el contexto social de los hinchas, sugerir y conversar sobre cómo se comunica desde el club al hincha y viceversa, estos y muchos más temas se trataban en esta mesa en la que se generaba una hermandad y una comunión de trabajo muy eficaz. Sin olvidar que siempre el club tiene la última palabra y nada se impone.

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Hoy eso se acabó por diferentes motivos que van de la mano de una coyuntura de crisis y un mal manejo desde la junta directiva y los dueños del club.

Solo espero que se tenga un mayor juicio desde un gran sector del periodismo deportivo para no satanizar espacios de acción provechosos entre hinchas y clubes deportivos. En resumen: por favor, hagan la tarea investigativa con más juicio.

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