La edición 2025 de la encuesta global de Ipsos por el Día Mundial del Refugiado llega en un momento crítico para la humanidad. A medida que se bate el récord de personas desplazadas por la fuerza en el mundo, el respaldo público al derecho de asilo se mantiene alto, aunque con menor participación activa por parte de la ciudadanía.
Según cifras de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), al cierre de abril de 2025, 122 millones de personas habían sido desplazadas por conflictos, persecución o violaciones de derechos humanos. Dentro de este grupo, 42,7 millones eran refugiados, de los cuales el 73% fueron acogidos en países de ingresos bajos y medios, reflejando una carga desproporcionada para naciones con menos recursos.
La encuesta, realizada por Ipsos en 29 países entre el 25 de abril y el 9 de mayo, entrevistó a más de 22.700 personas en regiones como América Latina, Europa, Asia, África y Oceanía. Sus hallazgos ofrecen una radiografía compleja: la compasión persiste, pero se enfrenta a obstáculos económicos, políticos y sociales.
Apoyo al derecho de buscar refugio
El 67% de los encuestados expresó su respaldo a que los países ofrezcan refugio a quienes huyen de guerras o persecución. Este respaldo fue particularmente fuerte en Suecia, Argentina y los Países Bajos, lo que sugiere que, a pesar de los desafíos, persiste un compromiso con los principios del derecho internacional humanitario.
Persisten temores sobre integración
Sin embargo, la percepción pública no es uniforme. El 62% cree que muchos solicitantes de asilo buscan oportunidades económicas, más que protección humanitaria, lo que ha generado preocupaciones sobre la seguridad fronteriza y la integración de los refugiados. Esta narrativa, que cuestiona las motivaciones del desplazamiento, refleja un reto clave en la comunicación de la complejidad del fenómeno.
Exigencia de mayor compromiso por parte de países ricos
Otro hallazgo relevante es la expectativa de que las naciones más ricas aumenten su apoyo financiero. El 62% considera que estas tienen una obligación moral de contribuir más. Además, un 39% opinó que organizaciones como la ONU o el Banco Mundial deberían fortalecer su respaldo económico, mientras que un 30% exigió una mayor participación de gobiernos como el de Estados Unidos, Irlanda, Australia o Suecia.
Disminución de la acción personal
Aunque la compasión continúa presente, la acción concreta se ha debilitado. El porcentaje de personas que dijeron haber donado, compartido en redes o participado en actividades solidarias bajó del 38% en 2024 al 29% en 2025. Esta caída parece reflejar la influencia de factores como la crisis económica global, que ha desplazado prioridades sociales en varias regiones.
Voces desde ACNUR e Ipsos
Para Dominique Hyde, directora de Relaciones Externas de ACNUR, los resultados de la encuesta muestran una clara desconexión entre la solidaridad y la acción:
“El público cree en el derecho a buscar seguridad y espera más de los gobiernos, pero la situación económica y el clima político están debilitando el apoyo individual. Sin una respuesta coordinada entre Estados, organizaciones y sociedad civil, el sistema humanitario se debilitará”.
Por su parte, Trinh Tu, directora general de Ipsos Public Affairs UK, subrayó la importancia de cambiar la narrativa:
“Nuestros datos confirman el apoyo al refugio, pero también revelan preocupaciones que deben ser atendidas. Fomentar una narrativa equilibrada y basada en datos es fundamental para generar consenso y soluciones duraderas”.
Un llamado urgente
El estudio de Ipsos —realizado anualmente desde 2017— reafirma la necesidad de comprender las actitudes públicas hacia las personas refugiadas como insumo clave para diseñar políticas efectivas y sostenibles. En un contexto global marcado por múltiples crisis, el apoyo público bien canalizado puede ser decisivo para asegurar la dignidad y los derechos de quienes se ven obligados a huir.
