El distanciamiento entre el presidente Gustavo Petro y la vicepresidenta Francia Márquez dejó de ser un rumor político para convertirse en una confrontación pública. La ruptura, que se ha ido profundizando con el tiempo, estalló esta semana cuando Márquez denunció públicamente prácticas de racismo y exclusión dentro del mismo gobierno del que hace parte.
Durante un evento oficial, Francia Márquez hizo duras declaraciones que sorprendieron al país:“No ha sido fácil mi tarea como vicepresidenta. Gobernar en un país que tiene un Estado racial y con un Gobierno que también practica el racismo y el patriarcado”, sentenció.
La funcionaria, visiblemente molesta, aseguró que desde la administración central no le han asignado los recursos necesarios para ejercer con eficacia su labor.“Al interior de mi propio Gobierno me he enfrentado a desafíos muy grandes porque no he podido gobernar de manera concreta, llevando respuestas desde una institución con presupuesto a los territorios”, agregó.
El detonante habría sido la decisión de Gustavo Petro de retirarle el manejo del Ministerio de la Igualdad, una cartera que Márquez consideraba clave para su agenda. Tras su exclusión, publicó un comunicado y un audio en su canal de WhatsApp donde denunció intentos por desmantelar lo que había construido y alertó sobre la crisis humanitaria en regiones como el Chocó, La Guajira y el Catatumbo.
Pero el presidente Petro no tardó en reaccionar. Fiel a su estilo, usó su cuenta de X (antes Twitter) para lanzar un mensaje con destinatario claro:“Vicepresidencia y ministerio juntos, pero hay que ejecutar de verdad. Malos consejos de Leyva que ahora el mismo Leyva no reconoce”, escribió, en aparente referencia a decisiones internas que no dieron resultados.
La tensión no se quedó ahí. Márquez ha reiterado que su compromiso con el país va más allá de un cargo.“No me aferro a un puesto. Me aferro al compromiso por el cual fui elegida”, afirmó en un mensaje cargado de emotividad, en el que también reveló que su vida está en riesgo, lo que encendió las alarmas de seguridad.
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Esta fractura interna marca un momento decisivo en el gobierno del Pacto Histórico. La primera fórmula presidencial afrodescendiente de Colombia ahora parece estar más dividida que nunca. La pugna, que comenzó como una diferencia de enfoques, hoy es un choque frontal de visiones sobre el poder, la igualdad y la gestión.
Mientras tanto, la ciudadanía y la clase política observan atentos cómo evoluciona esta crisis, que podría tener efectos de largo alcance en el proyecto político de la izquierda en el país.

