A pesar de que encabezar esa protesta de 2019 le costó su carrera en la selección, Isabella Echeverri describe el día de la rueda de prensa como el más feliz de su vida. “Ni cuando debuté en selección, ni cuando firmé mi primer contrato profesional, ni cuando jugué mi primer partido en un Mundial o en unos Olímpicos he estado tan feliz como ese día, porque por fin pude decir la verdad sobre lo que pasaba y aún pasa en el fútbol femenino en Colombia”, dice con una sonrisa.
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Echeverri, que nunca volvió a ser convocada a pesar de ser figura en el Sevilla de España y el Monterrey de México, se retiró debido a una lesión crónica, y hoy es la coordinadora de la Relación entre Sindicatos y Futbolistas de FIFPRO, la Federación Internacional de Futbolistas Profesionales, que reúne a casi 70.000 jugadores y jugadoras de todo el planeta.
“Nosotras sabemos que aportamos nuestro granito de arena para todo lo que ha pasado con la selección Colombia con esa protesta, pero duele saber que cinco años después las condiciones en la Liga no han cambiado, a pesar de que nosotras siempre estuvimos dispuestas a trabajar con los dirigentes para sacar la Liga adelante”, señala.
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Por supuesto, la protesta de marzo de 2019, más allá del alto costo para sus protagonistas, cambió la historia de la Selección Colombia femenina para siempre. “Cuando nosotras empezamos este movimiento, para pelear en contra de la Federación, para tener mejores estándares, para que pagaran nuestros pasajes, para tener indumentaria, para tener dónde entrenar, logramos derrocar a la Federación”, dijo una emocionada Melissa Ortiz, ahora comentarista de fútbol para la televisión de Estados Unidos, después de la clasificación de Colombia a cuartos de final en el Mundial 2023. “Y si no hubiera sido por eso, ellas no estarían ahí. Lo que hicimos empoderó a las mujeres, miles salieron a las calles a apoyarnos, y cuando veo esto, pienso que valió la pena”, agregó.
Pero la Liga Femenina sigue entre sombras, y sin una liga competitiva es muy difícil mantener el nivel de una selección nacional exitosa, pues el talento se agota y el nivel en todo el planeta va en aumento gracias a la inversión de las dirigencias locales.
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“Tenemos que seguir luchando para que las mujeres tengan mejores condiciones de vida. Los directivos no han querido negociar el pliego de peticiones y uno de los puntos críticos de negociar es justamente la Liga Profesional Femenina para que en condiciones de equidad, de igualdad y de dignidad pueda desarrollarse el fútbol femenino profesional en Colombia”, dice Carlos González Puche. “Hasta ahora los directivos no han querido sentarse a discutir ninguna de las peticiones que presentamos, porque evidentemente no van a permitir que la voz de los y las futbolistas tenga eco en las determinaciones que se adopten en nuestro fútbol. Esa es la consigna: cero posibilidades de que se oiga una voz distinta a la de los directivos en Colombia”, agrega.
“A mí me preocupa que nos pase lo del fútbol masculino, la verdad. Uno ve cada vez más jugadoras jóvenes conformistas con la situación y como que no les importa que acá estemos todas obligadas a estar calladas y a no opinar, a aceptar lo que nos quieran dar los dirigentes para no quedar marcadas. Revise, y así es el fútbol masculino de clubes y por eso tiene el nivel que tiene”, reflexiona la más veterana de las entrevistadas. “El brillo de la selección no puede tapar el desastre interno, pero eso es lo que quieren mostrar los dirigentes y lo que tristemente muestran los medios”, concluye.