Ya sea como alimento principal para algunas comunidades, sobre todo rurales, o como suplemento nutritivo, el consumo de insectos existe en cerca de 130 países del mundo. Los insectos comestibles son un alimento alto en proteína natural y renovable, por eso se habla de su inclusión en la dieta del futuro. Se estima que alrededor de 2100 especies de insectos son consumidas en el mundo, especialmente en países de Asia, África y de Latinoamérica.
PUBLICIDAD
En Colombia, la región de mayor consumo es de lejos la Amazonía y los Tukano son la etnia que consume más de 20 especies de insectos, regularmente.
Hay un insecto de enorme tradición de consumo en el Amazonas que ha ganado atención por parte de chefs e investigadores recientemente, el Mojojoy, que se encuentra en las cartas de restaurantes de cocina amazónica como Tierras Amazónicas, en Leticia, donde lo probé hace unos años, en Jura Kub en Medellín, y Açaí en Bogotá y que chefs con enorme reconocimiento en la alta cocina, como Leonor Espinosa, han usado en sus preparaciones, a veces como ingrediente principal y a veces como aceite.
¿Qué es el mojojoy?
Es la larva del escarabajo picudo que pertenece a la especie coleóptera y uno de los insectos con más contenido de proteína bruta.
Llamado localmente ñeĩpĩkowa, científicamente conocido como Rhynchophorus palmarum, pertenece a la familia Curculionidae, de la orden Coleóptera y se come en estado de larva vivo, cocido, tostado o ahumado.
¿Cómo se “cosecha”?
Según el estudio “Insectos comestibles en las comunidades indígenas del oriente amazónico colombiano” en el cual participó Héctor Gasca, investigador de insectos comestibles en Colombia y profesor de etnoentomología, se suele recolectar en palmas, en potreros o rastrojos, con una técnica que consiste en cortar con hacha el tronco de la palma, cuya madera es dura, hacer un hueco en el centro para que la hembra deposite sus huevos dentro de la palma y después de dos o tres meses se “cosecha” el mojojoy recolectando las larvas en una olla.
Aproximadamente el 33% de la estimación global de insectos comestibles corresponde a coleópteras.
PUBLICIDAD
Gasca explica que en las culturas occidentales el consumo de insectos es poco frecuente debido a que en las grandes ciudades consideramos que alimentarse de insectos es una práctica primitiva “Por razones estéticas y sicológicas los consideran animales nocivos, sucios, transmisores de enfermedades. Son vistos como plagas”. Sin embargo, con la presión de la inseguridad alimentaria, el crecimiento de la comunidad vegetariana, la necesidad de cuidar el efecto de los cultivos en la tierra y el cambio climático, cuando la escena gastronómica se fija en el potencial del ingrediente, una revolución con patas puede gestarse en las cocinas.
@Juliademiamor
Información del proyecto en: www.sinchi.org.co