Opinión

Reflexiones después de un día violento y sin precedentes en Washington

El profesor estadounidense Jesse Tangen-Mills nos da su visión de lo sucedido hoy en Washington con los seguidores de Trump tomándose el capitolio

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Colombia es un país violento, me dijeron. Pero la idea de que la violencia es algo de por sí colombiano es difícil de creer. Como estadounidense, un país todavía convencido de su estado excepcional en el mundo, me sorprende lo poco que se reconoce popularmente su capacidad particular para la violencia.

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Después de un día violento sin precedentes en Washington — un asesinato dentro del edificio capital, varios lesionados, congresistas acorrolados por agentes armados, una bomba casera plantada — me gustaría reflejar la violencia en la historia reciente de los Estados Unidos.

Los EE.UU llevan casi un siglo de guerra continua: la guerra contra España en vísperas del siglo XX, las varias invasiones del Caribe y Centroamérica, la Primera Guerra Mundial y después la Segunda, seguida por la guerra en Corea, Vietnam, la invasión de Panamá, la guerra en Iraq, la segunda guerra en Iraq, la continua lucha armada en Afganistán. No soy de un lugar muy atado a las fuerzas armadas de ese país; soy neoyorquino. No obstante, mi bisabuelo fue veterano de la Primera Guerra Mundial, mi abuelo materno veterano de la Segunda, y mi abuelo paterno de la guerra en Corea… mi padre tuvo la fortuna de no haber “ganado” la lotería para ser obligado a luchar en Vietnam.

En el Día de los Veteranos, muchos de mis amigos estadounidenses en las redes sociales suben fotos de sus familiares en las redes haciendo el “último sacrificio”. Por cierto, hemos perdido mucho después de tantos años de guerra.

La presencia de las fuerzas armadas en la vida estadounidense es abrumadora. De los discursos políticos no solo se espera un mensaje de bendición para el país, sino también una bendición para “nuestras tropas”. En cada partido de fútbol americano hay un mensaje de agradecimiento para las fuerzas armadas.

Si no bastara eso, es la ciudadanía más armada del mundo. Con la llegada de la pandemia las ventas en armas en ese país rompieron récords. Quizá en parte por eso, de las ciudades con más homicidios en el mundo, es el único en ese listado entre los países más ricos del mundo. Es el país de los francotiradores, quienes matan a extraños, por razones no personales.

Y ahora los Estados Unidos entra un nuevo periodo de terrorismo doméstico. Anticipando las elecciones ya hubo varias peleas entre militantes de Trump y sus opositores, varios asesinatos. El día de las elecciones algunas peleas callejeras salpicaron las noticias. Los eventos hoy en la capital ya se veían venir.

Nada de eso niega las horribles masacres y los más recientes asesinatos de líderes sociales que toman lugar en Colombia. Solo que no pienso que sea endémico al país ser violento. Cuando me dicen que el colombiano es violento, pienso que si eso es cierto, nosotros — los gringos — somos asesinos en serie.

PD Usar en pleno en 2021 el término «república bananera», como hizo el otrora presidente Bush, es condescendiente. Además su comentario refleja su versión de excepcionalismo «americano».

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