Se fue buscando una nueva vida, pero se encontró con más años de sufrimiento. Ese hombre que en su momento apareció como salvador, terminó siendo una pesadilla que la persiguió durante más de 7 años.
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Todos los días la agredía, unas veces más duro que otras, pero hubo un capitulo en especial en esa etapa que la marcó; un episodio que le cambió la perspectiva y la llenó de valentía para salir definitivamente de ese abismo.
“Salí de trabajar y esa noche me iba a quedar en la casa de mis papás. Llegó allá y me sacó a la calle, me tiró al piso, me arrodilló al frente de todo el mundo, la gente me miraba y me hacían una ruedita y nadie me ayudaba. Agarró una roca gigante y me iba a pegar en la cabeza”, narró a Publimetro.
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Nadie se atrevía a defenderla. Fue su hijo menor, un niño que para la época tenía 5 años, quien valientemente se paró justo en medio de los dos para pedirle que cesara los ataques: “papito, papito, no mates a mi mamá”.
Esas palabras al parecer lo hicieron reaccionar, pero no por mucho tiempo.
Dejó la piedra a un lado, tomó a Viviana por el cabello y se la llevó a rastras hasta su casa; tres interminables cuadras en las que los transeúntes solo actuaron como espectadores.
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Allí, la situación se puso peor. La golpeaba con todo lo que encontraba a su paso, tomó un cuchillo y la intentó apuñalar. Ella alcanzó a cubrirse con un cuadro, y con esa rápida reacción salvó su vida.
“En ese momento yo quería que llegara alguien, o que se activara algo que me salvara”, comentó.
Su clamor fue escuchado. Justo en ese instante sonó el timbre; era su tía Olga quien, sin saberlo, evitó un feminicidio. El hombre salió, le dijo que su sobrina no estaba y regresó para seguirla agrediendo.
Esa noche cambió algo dentro de ella. Se prometió que sería la última vez que permitía que la agredieran. Recordar el rostro de pánico de su hijo la llenó de fuerza para ponerle un punto final a esa historia.
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Se fue con sus hijos, pero el hombre la ubicó al poco tiempo. Convenció a la dueña de la casa de que lo dejara entrar y se escondió debajo de la cama. Cuando Viviana se acostó a dormir, el hombre salió y la atacó a mansalva, pero se encontró con una mujer dispuesta a defenderse.
“Yo ya no me voy a dejar agredir más de usted”, le dijo. Tomó un palo de la cama con el que lo golpeó, y aunque fue desarmada y agredida, logró retomar el control de la situación y lo sacó del lugar.
Una nueva vida
Después años de sufrimiento, Viviana decidió levantar la cabeza y seguir adelante. Conoció a otra persona que sí la apoyaba y la animaba en cada uno de sus proyectos, se organizaron y tuvieron dos hijas.
“Él me ayudó a estudiar, me ayudó a salir adelante y a empoderarme, pero cuando mi hija más pequeña tenía 8 meses, él falleció. Me quedé sola con cuatro hijos, desesperada porque no sabia qué hacer, no tenía trabajo y solo tenía mi bachillerato. Empecé a trabajar en la Secretaría de la Mujer y empecé a empoderarme mucho más”, dijo.
Actualmente Viviana es licenciada en Educación Comunitaria de la Universidad Pedagógica de Bogotá, y es la fundadora y directora de la Fundación Violeta Tejiendo Esperanza, con la cual ha brindado apoyo a más de 250 mujeres vulnerables, en 3 años.
Un botón de pánico
Cada vez que Viviana era golpeada, imaginaba que activaba un dispositivo con el que podía dar aviso a la Policía de lo que a escondidas pasaba en su hogar. Hoy en día, después de superar esa lamentable etapa, piensa en las mujeres víctima de violencia de género y busca la manera de crear ese botón que tantas veces soñó.
Está en proceso de desarrollo, pero espera sacarlo adelante para que las mujeres que se encuentren en peligro puedan mandar alertas a sus contactos.
La idea es que ese botón de pánico sea un desarrollo tecnológico completo, conectado a una aplicación, y que cumpla tres funciones específicas al ser activado:
- Enviar un mensaje de SOS a tres contactos del celular, incluida la Policía.
- Grabar el sonido ambiente durante 5 minutos, para que la persona agredida pueda usar ese audio como prueba ante Fiscalía o un juzgado.
- Publicar automáticamente una alerta en las redes sociales de la persona agredida, con geolocalización incluida, para que los contactos que estén más cerca reciban una notificación y eventualmente puedan ayudar.
Además, este desarrollo estaría respaldado por una base de datos en donde quedarían registrados los casos para evidenciar si son agresiones reiteradas.
«La idea es poner ese botón de pánico en una cadenita o alguna pertenencia por el estilo que pueda tener cualquier mujer a la mano. Nos faltan recursos económicos para desarrollarlo y sé que es complicado sacar adelante esta idea loca, pero si llegase a funcionar, podría salvarle la vida a muchas personas”, concluyó.