Bogotá

El agarrón entre Juan Manuel Santos y Álvaro Uribe tras entrevista de Gustavo Gómez

Una entrevista, una carta y una contrarréplica reavivaron el histórico enfrentamiento entre los expresidentes Juan Manuel Santos y Álvaro Uribe.

Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos.
Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos.

El país volvió a presenciar un nuevo capítulo del histórico enfrentamiento político entre Juan Manuel Santos y Álvaro Uribe Vélez, luego de que una entrevista concedida por el exmandatario antioqueño a Gustavo Gómez en Caracol Radio desatara una contundente respuesta por escrito del expresidente y premio Nobel de Paz. El cruce epistolar, cargado de señalamientos, desmentidos y profundos desacuerdos sobre el rumbo del país, revivió uno de los debates más polarizantes de la política colombiana: el legado del Acuerdo de Paz y la legitimidad del proceso que puso fin al conflicto con las FARC.

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La controversia inició cuando Uribe, durante su conversación con Gómez, reiteró críticas estructurales contra el proceso de paz y lanzó cuestionamientos directos al gobierno de Santos. Horas después, el exmandatario santista envió una extensa carta a Caracol Radio para responder “con datos verificables” lo que calificó como “afirmaciones falsas” del líder del Centro Democrático. El tono del mensaje dejó claro que no se trataba de un simple intercambio de posturas, sino de un nuevo agarrón político entre dos figuras que han marcado las últimas décadas del debate nacional.

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En su comunicación, Santos estructuró su respuesta en torno a seis puntos, cada uno destinado a contradecir lo que llamó las “mentiras” de Uribe. Empezó por rechazar la idea de que hubiera traicionado su programa de gobierno, recordando que fortaleció la seguridad democrática y que, bajo su mandato, “las FARC dejaron de existir como grupo armado”. Además, afirmó que su administración alcanzó hitos en reducción de pobreza, inversión y legitimidad institucional, destacando que “los años 2017 y 2018 fueron los más pacíficos del siglo”.


El segundo desacuerdo surgió por la supuesta existencia de un Plan Colombia II, afirmación que Santos negó tajantemente. El tercero, y quizá el más sensible, tuvo que ver con el resultado del plebiscito de 2016. Santos recordó que reconoció la derrota y abrió un proceso de renegociación con los promotores del NO, entre ellos el propio Uribe, incorporando 58 de 60 propuestas presentadas.

Otro punto de fricción fue el manejo del gasto público. Santos señaló que su gobierno mantuvo el equilibrio fiscal y que los mayores incrementos ocurrieron en administraciones posteriores. También rechazó cualquier vínculo con el caso Odebrecht, asegurando que las investigaciones oficiales no encontraron irregularidades.

La respuesta más dura de su carta llegó cuando desestimó como “infamia” la insinuación de que el Acuerdo de Paz o él mismo tuvieran responsabilidad en el asesinato del senador Miguel Uribe Turbay, crimen atribuido a disidencias armadas. Sin embargo, pese al tono crítico, Santos cerró su documento con un llamado inesperado: expresó estar dispuesto a sentarse a hablar con Uribe “sin reservas”, argumentando que Colombia requiere “reconciliación, diálogo y grandeza”.

La contrarréplica de Álvaro Uribe Vélez no tardó en llegar y elevó aún más la tensión. En una declaración pública, el exmandatario aseguró que el Acuerdo de Paz no logró la reconciliación, sino que generó un “desequilibrio” que sacrificó justicia y verdad. Señaló que el proceso otorgó impunidad a los excombatientes de las FARC, quienes —según afirmó— no pagaron un solo día de cárcel y hoy ocupan curules en el Congreso.

Asimismo, arremetió contra la suspensión de la fumigación y la erradicación, alegando que esto facilitó la expansión de los cultivos ilícitos, que habrían pasado de 48.000 hectáreas en 2012 a cerca de 300.000 en 2025. También acusó a Santos de haber “sometido” a militares ante la JEP, y reiteró que el expresidente desconoció el mandato del plebiscito, erosionando la confianza en las instituciones.

Sobre Odebrecht, Uribe volvió a cuestionar el financiamiento de las campañas de Santos, señalando que la Fiscalía calculó ingresos irregulares por más de $3.500 millones. Con un tono más personal, afirmó que la “solidaridad” ofrecida por Santos está “cargada de veneno y cinismo” y acusó al exmandatario de haber traicionado las tesis que lo llevaron a la Presidencia.

En temas económicos, también lo responsabilizó del aumento de la deuda pública, que —según dijo— llegó al 55,9 % del PIB en 2017. Además, desestimó la comparación entre Plan Colombia y el programa Paz Colombia, que calificó como “insuficiente”.

Este nuevo capítulo del enfrentamiento revela que, a pesar de los años, el duelo político entre Santos y Uribe sigue determinando el pulso del debate público. Mientras uno insiste en defender la legitimidad del proceso de paz, el otro continúa cuestionando sus efectos y su implementación. Lo cierto es que el intercambio deja ver que la reconciliación que ambos mencionan —unos como meta, otros como fracaso— está lejos de convertirse en realidad.

       

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