La violenta muerte del capitán Pablo Masmela y de la teniente María Mora, ocurrida el pasado miércoles en horas de la noche dentro de un parqueadero del Cantón Militar Norte, continúa generando conmoción en el país. El caso, que inicialmente fue presentado como un “incidente personal”, tomó un giro aún más grave cuando las autoridades confirmaron que el oficial habría utilizado armas ilegales para cometer el crimen contra su expareja sentimental.
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El Ejército, en un primer comunicado, lamentó profundamente el hecho e indicó que los disparos se registraron dentro de un vehículo particular donde se encontraban los dos oficiales. La institución advirtió que se trataba de un suceso en investigación y que, de manera preliminar, las evidencias señalaban un conflicto de índole personal. Sin embargo, con el avance de las pesquisas, surgieron datos que comprometen aún más la responsabilidad del capitán y que ponen bajo escrutinio los controles internos sobre el porte de armas dentro de unidades militares.
La escena del crimen y la testigo clave en la muerte de oficiales en el Cantón Norte en Bogotá
Dentro del vehículo donde se produjo el asesinato se encontraba también una amiga cercana de la teniente Mora, quien presenció los hechos y se convirtió en una testigo determinante para esclarecer cómo ocurrieron los minutos finales antes de los disparos. Su declaración ha sido crucial para establecer la dinámica del ataque y el comportamiento del capitán momentos antes del crimen.
Los cuerpos de los dos oficiales fueron hallados dentro del carro, lo que inicialmente alimentó hipótesis sobre un posible doble suicidio o un enfrentamiento. No obstante, la información entregada por la testigo confirmó que se trató de un homicidio seguido de suicidio, perpetrado con un arma que el capitán no estaba autorizado a portar.
Las armas ilegales: un hallazgo alarmante
Uno de los aspectos que más ha encendido las alarmas tiene que ver con el tipo de armas involucradas. El general Luis Emilio Cardozo, comandante del Ejército Nacional, confirmó que el capitán Masmela utilizó una pistola sin salvoconducto para asesinar a la teniente. El arma fue encontrada dentro del vehículo y quedó bajo custodia del CTI, que adelanta un proceso de trazabilidad para determinar su origen y si pudo estar relacionada con otros hechos criminales.
Aún más preocupante es que, durante un allanamiento posterior, las autoridades encontraron otras dos armas en la habitación del capitán, también presuntamente sin registro legal. Estos hallazgos abrieron un interrogante nacional: ¿cómo un oficial en ascenso, que acababa de culminar un curso para ascender a mayor, tenía acceso y posesión de armamento no autorizado?
El general Cardozo explicó que todas las armas fueron debidamente embaladas y se encuentran en proceso de verificación. Su procedencia, dijo, será clave para entender si se trató de adquisiciones clandestinas, armas hurtadas o elementos que ingresaron irregularmente a instalaciones militares.
Investigaciones internas y fallas en los controles
Tras el escándalo, el alto mando del Ejército aseguró que se iniciaron investigaciones internas para establecer si existieron fallas en los controles de seguridad o si el oficial logró introducir el armamento utilizando su rango y experiencia militar. El caso también ha impulsado un debate público sobre las medidas de verificación del estado emocional, psicológico y disciplinario de los oficiales que portan armas de manera regular en el cumplimiento de sus funciones.
El comandante Cardozo recordó que el Ejército cuenta con la línea #234, habilitada para mujeres víctimas de violencia, así como con equipos de psicología en cada unidad. Sin embargo, los hechos han puesto en duda la efectividad de estas herramientas cuando los agresores también pertenecen a la institución.

