Barranquilla

Falleció hombre que asesinó a su hija mejor de 7 años porque le quitaron la custodia: caso de violencia vicaria que aterra a Colombia

Las autoridades reconstruyen las horas previas al crimen y los mensajes que dejó el agresor, mientras la familia insiste en que múltiples alertas fueron ignoradas.

Foto de Albeiro Rafael Fontalvo Hernández, acusado de quitar la vida a su hija en Soledad, Atlántico.
Fiscalía Foto de Albeiro Rafael Fontalvo Hernández, acusado de asesinar a su hija en Soledad, Atlántico.

La trágica muerte de Albeiranis Paola Fontalvo Rosado, una niña de 7 años asesinada por su propio padre, Albeiro Rafael Fontalvo Hernández, en el barrio Primero de Mayo de Soledad, Atlántico ha conmocionado profundamente a la comunidad y encendido las alarmas sobre los graves riesgos asociados a la violencia intrafamiliar y, particularmente, a la violencia vicaria. El hombre, de 32 años, falleció en las últimas horas en el Camino Adelita de Char, donde permanecía desde que se autolesionó tras cometer el crimen.

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Según el reporte oficial, en las primeras horas del sábado, Albeiro Fontalvo atacó a su hija con una cuchilla, arrebatándole la vida. Minutos después, se infligió una herida profunda en el cuello con la misma arma. Inicialmente fue trasladado al Camino Simón Bolívar, pero la gravedad de sus lesiones obligó a su remisión al Adelita de Char, donde fue internado en la Unidad de Cuidados Intensivos. Pese a los esfuerzos médicos, el hombre falleció en la noche del sábado.

“Nunca te la voy a dar”: las amenazas que anunciaban una tragedia inevitable

El hecho se produjo en medio de un conflicto por la custodia de la niña. De acuerdo con testimonios de familiares, Lisney Paola Rosado, madre de la menor, había terminado su relación con Fontalvo y, desde entonces, enfrentaba una lucha constante para recuperar la convivencia con su hija. Kelly Echeverría, hermana de Lisney, relató a medios locales que Albeiro utilizaba a la niña para chantajear emocionalmente a su expareja y evitar que se alejara de él. Incluso señaló que, en repetidas ocasiones, Lisney debía quedarse en la casa del hombre durante los fines de semana porque él se negaba a entregarle a la menor, a pesar del acuerdo de custodia vigente.


Esta semana, la madre volvió a denunciar la situación y recibió una orden firmada que obligaba a Albeiro a entregar a la niña los días 7 y 8 de diciembre. Al conocer esta decisión, el agresor habría reaccionado de manera violenta, atacando a su hija antes de lesionarse.

En la habitación donde ocurrió el crimen, las autoridades encontraron un mensaje estremecedor escrito con lapicero en la pared, dirigido a la madre de la niña. En el texto, Albeiro afirmaba que nunca entregaría a la menor y culpaba a su expareja por lo sucedido, dejando frases cargadas de odio, manipulación y amenazas. También dejó mensajes para su hijastro y sus propios padres, pidiendo perdón por sus acciones y asegurando que no actuaba por “cobardía”, sino para demostrar que su “palabra valía mucho”.

Tras el feminicidio de la menor, la Defensoría del Pueblo emitió un pronunciamiento contundente, advirtiendo que este caso evidencia una modalidad extrema de violencia vicaria, un tipo de violencia basada en género en la que los hijos son utilizados para causar daño emocional a la madre. Según la entidad, Albeiranis Paola habría sido asesinada como represalia hacia Lisney, quien había sido previamente amenazada de feminicidio como mecanismo de presión para retomar la relación.

La Defensoría señaló que este crimen pudo prevenirse, pues existían antecedentes de violencia y la niña habría manifestado en ocasiones anteriores que no quería estar con su padre. Por ello, hizo un llamado urgente a reforzar las medidas de prevención, protección, investigación y sanción en casos de violencia basada en género. Asimismo, insistió en que los procesos de custodia deben evaluarse con especial rigor cuando existen antecedentes de agresión contra la madre, ya que, en muchos casos, los agresores utilizan esta figura para continuar el ciclo de violencia.

El caso deja un profundo dolor en la comunidad y reabre el debate sobre la necesidad de fortalecer los sistemas de alerta y acompañamiento para proteger a los menores en riesgo, especialmente en contextos donde la violencia de género ya ha sido denunciada; un llamado urgente para evitar que tragedias como esta vuelvan a repetirse.

       

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