Muchos hinchas de Junior me preguntaron si el profesor Arias había “botado el chupo” en la celebración de la victoria de su equipo ante el onceno matecaña, en la pasada fecha de la liga en el Metropolitano. La verdad, no supe responder muy bien en ese momento. Pero me dí a la tarea de buscar en las redes sociales, entre aquellos hinchas que graban y suben sus videos luego a sus plataformas digitales, y encontré la razón del porqué la reacción del técnico rojiblanco al final del juego. Si la misma es reprochable o no, eso queda en su apreciación. Pero les cuento la historia.
Antes de arrancar el segundo tiempo, el profe sale del túnel de ingreso a la cancha, rumbo a su puesto en la banca técnica. En el camino, unos hinchas “lo interceptan” desde la tribuna, y con palabras fuertes le reclaman al entrenador por lo que está pasando con el equipo hasta ese momento. Arias sólo los escucha, y visiblemente molesto, se retira del lugar para volver a la pista, y estar atento al juego. El mismo como tal se desarrolló, y ya ustedes saben la historia. Con el empate de “Titi” Rodríguez, en el tiempo de adición, Arias se contuvo. No explotó. Si bien el equipo no perdía, tampoco ganaba. No había nada que reprochar. Pero reventó Troya cuando llegó el gol de la victoria, otra vez de “Titi”, que se vestía como el gran héroe y salvador de este Junior. Un gol que usted puede ver de diferentes formas: el pase excepcional de Esparragoza, la forma tan compleja para definir, el tiempo, y el éxtasis total en el coloso de la Ciudadela 20 de Julio. Y quizás, esto último, distrajo a todos y no vieron la locura que invadió el cuerpo de Alfredo Arias. Se salió de la ropa, literalmente hablando. Y se fué lanza en ristre con ese grupo de aficionados que le dieron hasta con el balde, más que a ponchera de butifarrero con cuchillo en mano, al entrenador uruguayo. Si no hubiera sido por un asistente del equipo tiburón, que agarró al profe por la cintura para que se calmara, quien sabe qué hubiera pasado.
Ya hace una semana, tras la derrota del Sevilla de España, en el Sánchez - Pizjuán ante el Mallorca, un hincha le reclamó fuertemente a su técnico Matías Almeyda, por el bajo rendimiento del equipo. El argentino lo escuchó, sin reparo alguno. Cero problemas. A Jürgen Klopp lo ví festejar muchas veces, sin meterse con el público, con el gran Liverpool, de la mano de Luchito Díaz, también sin problemas. Y si me voy más atrás en la historia de Junior, un grande como “el zurdo” López fue campeón en el 2004, sin reprocharle nada a nadie. Así son muchos los casos. No entiendo entonces, por qué esa reacción tan efusiva del profe Arias?
El hincha de Junior, en este caso, es quien paga la boleta, o el bono para ir al estadio. Se siente, en ese orden de ideas, con el derecho de aplaudir, apoyar, y hasta putear al equipo cuando las cosas no están saliendo bien. Mi pregunta es, ese Junior, hasta el primer tiempo, ¿jugaba bien? Porque es que el fanático rojiblanco no “madrea” porque sí. Lo hace con justa razón si ve que algo está fallando. Y si Arias tuvo el suficiente valor para encararlos en ese momento, por qué no tuvo la gallardía de dedicarle el triunfo de manera respetuosa a todos sus hinchas al final del juego? Yo, que soy un admirador de su trabajo, en este caso reprocho su actitud. No debió haber sido la forma. Al hincha no se le reclama airadamente, profe. Relájese!!
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Para finalizar esta columna, yo sólo le recomiendo, mi querido profesor Arias, bájele dos puntitos a la neura. Barranquilla es una plaza exigente, el hincha de Junior no perdona ni una, y si usted se mete con ellos, debe mirar bien cómo lo hace. No le voy a pedir que se excuse con ellos, porque usted también es de carne y hueso, y debió sentirse muy ofendido, pero no busque peleas de “tigre con burro amarrao”. Siempre va a perder. Vea que se lo digo...

