No lo estoy defendiendo. Él sólo se basta para hacerlo. Pero me parece ya muy cansón el estar leyendo, escuchando y viendo vainas en contra de Jermein Peña. Sociedad de doble moral que no se cansa de criticar y criticar, y luego darse golpes de pecho. Somos muy buenos en mirar hacia la casa ajena y hablar de lo malo, pero nunca vemos más allá de nuestras propias narices, y cómo el vecino hace para llevar el pan diario a su hogar. Eso no. Con Jermein pasa igual.
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Enamoró a la familia Char por su personalidad y fuerte temperamento dentro de la cancha. Por eso llegó a Barranquilla, además de su calidad como zaguero, con características únicas. Su sóla presencia en el terreno de juego intimida al rival de turno. Es un guerrero, y aunque nació en las entrañas del Unión Magdalena, es un hincha a morir de su Junior, el eterno rival del “ciclón bananero”. Basta sólo observarlo en sus celebraciones, especialmente cuando alcanzó la décima estrella con el onceno rojiblanco, y recientemente cuando salió expulsado en Barranquilla. Caminó hacia el túnel, rumbo al camerino, besándose el escudo de la camiseta, dándole a entender al hincha tiburón, que por su equipo, hace lo que sea. A muerte, sencillamente.
El pasado 20 de agosto de 2024, Jermein Peña sufrió una rotura del ligamento cruzado anterior de su rodilla izquierda, durante un partido de Copa Conmebol Libertadores ante Colocolo de Chile, en el estadio Metropolitano. Su buen momento con el equipo, hasta ese entonces, controlando inclusive, su temperamento dentro de la cancha, visionaba una renovación en su contrato con Junior, o quizás, la compra de sus derechos deportivos al Unión. Su sueño para la época, era poder llegar a la selección Colombia. Lo estaba haciendo bien. Seguro que si. Pero esa lesión lo aplazó todo. Lástima.
Desde su intervención quirúrgica comenzó un nuevo proceso en su vida. No sólo era recuperarse, si no entender que el Jermein que debía volver a las canchas, sería otro. Sin perder su esencia, claro está. La de combativo y luchador. Casi un año para volver, y como titular en la nueva era de Alfredo Arias. Eso ya habla por si sólo, de todo lo que tuvo que esmerarse para ganarle la partida al “cachaco” Rivera, que venía siendo el titular junto al paraguayo Javier Báez. Ante Deportivo Cali, sus lágrimas de felicidad por retornar a las canchas, conmovieron a todo un país. Junior ganó, y de rodillas, como pagando una manda, cruzó el terreno del estadio azucarero en Palma Seca, agradeciéndole a Dios esta oportunidad de vida. Ante Águilas lució bien, y frente a Unión, impecable. Hasta que Wilmar Roldán consideró expulsarlo porque supuestamente había agredido a un jugador rival. Paja!! Eso no se vió así, pero el árbitro “no le comió cuento” a sus palabras de cambio, y otro nuevo hombre, para echarlo, y empañar su buen accionar hasta ese momento.
El mismo Jermein Zidane la tiene clara, “Cria fama, y acuéstate a dormir”. Ya, con 6 años de carrera deportiva, y con 25 octubres a cuestas, debe entender que en Colombia lo tienen visto como el malo del paseo, el irreverente, el peleonero. Los árbitros, y sus mismos rivales que buscan sacarlo de casillas. Seguramente el profesor Arias ha tenido espacio, desde el último partido en Barranquilla, para hablarle al oído, y decirle lo bueno y lo malo de su actitud. No creo que lo haya criticado mucho. Tampoco piensen que porque llegó a la convocatoria Lucas Monzón, zaguero uruguayo, refuerzo del equipo para este semestre, a Jermein lo olvidarán como trapo viejo. No. Este samario no es pendejo. Ya lo ha demostrado.
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Pero si a mí me preguntan cómo te gustaría ver a Jermein Peña dentro de la cancha, no lo dudaría un sólo instante: guerrero, luchador, con alma y vida. Si tiene que pelear, que lo haga. Si tiene dar de qué hablar, que lo haga. Él así nació, y así morirá. Es su esencia.

