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Opinión: ¡Ay gordo, cuánto te extraño!

Iván René Valenciano volvió a la clínica por un desbalance de hemoglobina. Si bien logró su estabilización, es un nuevo llamado de alerta en su cuerpo. Hoy les cuento una historia de “el bomber”.

Iván René Valenciano con la camiseta del Junior de Barranquilla (Tomado del Instagram de Iván René Valenciano)

Esta es mi columna, la rojiblanca. Con Alejandro Pino llegamos a un acuerdo en que este espacio sólo iba a estar dedicado al mundo Junior. Siempre lo ha sido. Ya vamos para una temporada completa. Y Junior ganó de entrada, arrancando el segundo semestre, con goles de sus delanteros Guillermo Paiva y “Titi” Rodríguez. Un buen comienzo para quienes tienen la obligación, ante la ausencia de Carlos Bacca y el famoso “muñeco” en el frente de ataque que no han contratado, de convertir en el arco contrario.

Pero al tiempo, esos goles de este par de atacantes, me transportaron 34 años atrás, cuando no había ese tipo de problemas en Junior. Los de la época, comandados por un pelao barranquilero, se saciaban de marcar y marcar en todos los estadios de Colombia. Ahí nació un ídolo que después de más de tres décadas, se convirtió en una leyenda viviente en Barranquilla, Iván René Valenciano Pérez. Sí, “el bombardero”.

Lo demás, ya ustedes lo saben. No voy a entrar a hablar de lo mismo. Voy a escribir como un amigo. Después de todo, es mi ídolo de infancia. Él lo sabe. En 1999 comencé a tratarlo, y junto a su familia logramos hacer una buena amistad. Nunca lo dejé sólo en uno de los momentos más difíciles de su vida, cuando estuvo en prisión. Era mi cita obligada, todos los sábados visitarlo. Superado ese percance, ví cómo volvió a subir como espuma, pero también como se golpeó tan fuerte al caer. Nunca, eso sí, en esa época, pudimos juntos tomarnos una cerveza por lo menos. Pero vivíamos a nuestro estilo, estar sumergido en ese mundo del alcohol. Hablábamos de nuestras cosas, no éramos constantes, pero sabíamos de cada uno. Hasta cuando Dios nos juntó en Fox Sports y fueron tres años increíbles.

En un viaje a Curitiba, Brasil, en la final de la Copa Sudamericana ante Atlético Paranaense, no nos separábamos. Me enseñó a cómo “legalizar” los viáticos. A recorrer los restaurantes en los centros comerciales e ir recogiendo los tickets de pago que dejaban tirado en las mesas o en el piso los clientes. Juntábamos el valor total de esos viáticos y así justificábamos lo entregado por la producción del canal en dólares, que nos quedaban libres después para volver a casa. Él no. Se lo gastaba en ropa, zapatos, correas, en fin. Iván siempre ha sido un tipo elegante.


Llegó Disney, compró a ESPN y Fox, y para mí el final de una hermosa historia. Los primeros se quedaron al frente del negocio, y nosotros fuera del baile. Algunos pasaron a la otra orilla, entre ellos, y después de varios meses, negociaciones y demás, Iván René. Fue corta su instancia en las “cuatro letras”, porque llegó a Win Sports, y tomó un nuevo aire. El renacer de Valenciano en este canal de deportes fue sencillamente espectacular. Yo, en el aire. Sin nada fijo. Sólo mirando los toros desde la barrera.

Pero ese fantasma que siempre rodeó la vida de Iván, después de casi 6 años de estar abstemio, de no consumir alcohol, volvió a aparecer en medio de un fuerte estado de depresión. Cosas personales que no quiero comentar le tocaron el corazón. Tras su salida de los medios en Colombia, se fue a continuar con su vida en Estados Unidos junto a su esposa y amigos muy especiales. Hanz Gutiérrez, uno de ellos.

No le perdí el rastro, y cuando quería tener un concepto de él sobre Junior o selección Colombia para mi canal de Youtube (hackeado por fascinerosos), su respuesta era inmediata.

Después volvió a ser noticia cuando tuvo su rollo con la justicia estadounidense tras un pequeño accidente de tránsito. Lo retuvieron por un par de días pero luego salió bajo condicionamientos legales. Tras eso, “el gordo” siguió trabajando en lo que más le gusta, el fútbol. Junto a sus amigos, en nuevos proyectos con la pecosa.

Y llegó un nuevo “cascarazo” para Iván: la muerte de Jorge Bolaño. Lo llamé en más de una ocasión, pero no me respondió. Pasaron dos días del fallecimiento de su amigo para que él mismo me devolviera la llamada. Estaba muerto en vida, sin dejar de llorar y nuevamente ahogando esa pena en el licor. Para mí es normal. Quizás muchos, en esta sociedad de doble moral, sólo lo juzgan por su comportamiento. Pero a un verdadero amigo se le extraña, con o sin alcohol. Y si es esta última, qué más da... El dolor es inmenso, y aunque suene a excusa o defensa de lo indefendible, se trata de aplacar así.

Ahora, con este problema de desbalance de hemoglobina, me escribió mi esposa en medio del cubrimiento que estoy realizando en la Copa América de Boxeo 2025 en Ibagué, preocupada por la condición médica de Iván René. Para tranquilizarla, le dije mamando gallo: “Fresca, que hierba mala nunca muere”... Pero no cabe duda que, sea lo que sea, es un nuevo llamado de atención. Ojo, el cuerpo habla, literal. Y él sí que lo sabe.

Le escribí, y esto me respondió: " En la lucha Emel... Sigo hospitalizado.. No hay nada nuevo!!! "

En medio de todo, estoy tranquilo. “El bombardero” es un hombre muy fuerte físicamente y no me cabe la menor duda que saldrá adelante. Qué debe mejorar muchas cosas de su vida? Sí, como todos. Él no es perfecto. Pero me duele, como amigo, no estar a su lado. Lo extraño tanto como esas faenas goleadoras suyas de antaño... Esas mismas que espero broten a flor de piel en esta nueva era de Alfredo Arias.

¡FUERZA, IVÁN!

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