Junior pecó. Sí, su afición, en el pasado juego ante Nacional en Medellín, protagonizó una de las grescas más grandes de los últimos años en el fútbol colombiano junto a los hinchas del verde paisa, con un saldo de 21 heridos. Cuchillos, machetes, iban y venían, en fin. Todo lo que ustedes vieron.
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Empató. También es cierto. Pese a que muchos consideran que el reglamento del fútbol colombiano goza de exageradas inconsistencias, la ley es la ley, y aplicada en la práctica, Junior ganó los tres puntos de ese partido pese a que iba perdiendo ante Nacional 2-0 cuando fue suspendido el juego por falta de garantías.
Pero perdió. También es cierto. Y quienes estuvieron en contra y criticaron hasta más no poder el fallo del comité disciplinario de la Dimayor, les “corrió un fresquito” con la eliminación del equipo rojiblanco en la Copa Colombia, a manos del rival de patio de Nacional, el DIM. Es decir, aquellos arraigados en el sentimiento paisa, podrían pensar que el poderoso de la montaña vengó la injusticia de la jurisprudencia de nuestro fútbol. ¡Ay mamita mía, de Replay!.
En el mundo de las opiniones, toda suposición es valedera. Justificada, claro está. Como tan claro fue, después de toda esa turbulencia que generó la resolución 080 de la Dimayor, con el caso Nacional - Junior, que el equipo de César Farías resucitó en su fútbol. Sin temor a equivocarme, el mejor partido de su era. Ya lo de los penales es un tema aparte que seguramente merecerá otro análisis. Pero en lo futbolístico, este equipo respondió, colmando, sin duda, las expectativas de quienes creímos que se podía en la cancha revalidar todo lo que se hablaba fuera de ella, especialmente en las ruedas de prensa previa y posterior a los partidos.
El 2-0 que había que remontar parecía una misión compleja ante un Medellín que en la serie partía como favorito. Eso sumado a una nueva nómina titular ante las variantes constantes de Farías, quizás en ese afán de encontrar el once perfecto, en medio de una rotación de nombres valedera también por lesiones y bajo nivel de jugadores.
Y sí que le sirvió al profe. Todo salió a la perfección. Con un fútbol casi lírico, el tiburón empató la serie y tuvo, inclusive, para ganarla. Hubiera sido el mejor premio ante tanto esfuerzo por cambiar la imágen del equipo. Pero mi carrera en este oficio profesional me ha demostrado que el fútbol no es de justos, ni pecadores, no, es de ser oportunos y eficaces en momentos donde la cabeza fría prima por encima del sentimiento.
En el papel Junior sumó su tercer fracaso en el año del centenario. En el primer semestre, no revalidar su condición de campeón fue el número uno. Dos, la dolorosa eliminación de la Copa Conmebol Libertadores, ambos de la mano de Arturo Reyes; y tres, este traspiés, inesperado por demás, en Copa Colombia. Pero tranquilo, fiera... César Farías NO SE VA. Como lo dijeron ellos después de la eliminación: aquí comienza lo bueno, y con Junior es hasta el final.