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Opinión: Celulares

“Decir que el celular invadió nuestras vidas es poco”: Andrés Charria

El mensaje que recibirán desde el 4 de octubre los celulares y televisores en Estados Unidos
Celulares (referencial) (Pexels)

Decir que el celular invadió nuestras vidas es poco. Lo primero que hacemos al levantarnos es mirarlo para ver la hora, o cualquier otra información que a primera hora del día no es relevante, pero que a fuerza de hacerlo nos parece absolutamente indispensable por cotidiana. Artículos, comedias, caricaturas e infinidad de información hay sobre lo nocivo que puede ser para nuestras vidas ese aparatito.

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En un concierto o un partido de fútbol resulta asombroso cómo la gente no está viendo al artista o al partido, sino grabando con su teléfono móvil lo que ocurre. Me gusta mucho el video de iniciación de las películas en algunas salas de Bogotá donde se indica que utilizar el celular en plena función incomoda, es de mala educación y puede llegar a ser un delito.

Pues bien, hay artistas que ante la evidencia de que sus fans no van a disfrutar del concierto sino a grabarlo, han optado por medidas radicales. Hace poco tiempo fui a un concierto en Barcelona de Bob Dylan, allí a la entrada se entrega una funda de neopreno para meter el celular que se sella con un chip que impide sacar el dichoso aparato y por lo tanto durante el concierto resulta imposible grabar, tomar fotos o contestar mensajes. Evidentemente si hay una urgencia manifiesta el dueño del teléfono podrá solicitar, lejos del escenario, que le abran la bolsa para poder responder al urgente llamado.

La anterior me pareció una buena medida. Acá, en Bogotá, la semana pasada me tocó en un buen festival de ópera una dama que contestaba a cualquier pendejada que le escribían y, peor aún, oía los mensajes de voz que le mandaban. Eso con Bob Dylan fue imposible. Más drástico fue el cantante Manuel Turizo, que luego de solicitar al público que guardaran los celulares para cantar y que muchos espectadores no hicieron caso, dejó el micrófono en el suelo y se fue.

Vea: Manuel Turizo dejó el escenario tras pedirle a los presentes que guardaran el celular

Como conductor de moto que soy, puedo dar fe de la cantidad de personas que chatea o manda mensajes de voz mientras maneja. Me ha tocado ver varios choques causados precisamente por esta actividad, pequeños toques pero que en el furioso trancón de Bogotá empeoran aún más la situación de nuestras vías. No entiendo como no utilizan el manos libres, audífonos o el sistema integrado que la mayoría de carros de modelos recientes tienen, no hay que chatear o mandar mensajes de voz así sea en el peor de los trancones.

Otro tema desesperante son los mensajes de voz, si yo me demoro dos minutos en mandar un mensaje de voz, quien lo recibe se demora otros dos en oírlo, luego tarda otros dos en contestar y quien lo recibe mas o menos lo mismo, ¿Por qué no mejor marcar el número y charlar? Mensajes de mas de cinco minutos o 7 u 8 seguidos son desesperantes.

Adicional a esto, ahora los relojes inteligentes vibran al recibir el celular del dueño un correo, un SMS o un whatsapp, estamos permanentemente amarrados a lo que dicen los demás que en la mayoría de las veces no pasa de ser pendejadas. Ya es famoso el ¿qué estás haciendo? Ni qué decir de los códigos de etiqueta inventados: escribir en mayúsculas es gritar y dejar en visto (para mi es en azul) es toda una ofensa. Repito ¿no será más fácil llamar?

Dar clase es francamente difícil pues algunos están tomando notas con el celu pero la mayoría está haciendo bobadas, me ha tocado detener partidos de ajedrez y paseos interminables por Instagram o Tick Tock. En estos momentos es imposible solicitar que apaguen ese dichoso aparato pues siempre están esperando un mensaje urgente de alguien. Hace poco en Bogotá una profesora fue golpeada por una alumna porque le solicitó que no lo usara.

Ni qué decir de los presidentes que pretenden manejar el país a punta de trinos; se terminan relaciones con países, se celebran incursiones terroristas, se dan órdenes y se condena a la persona con al que no está de acuerdo. ¿No debería existir una ley para que el presidente y los ministros no usen el celular y más bien trabajen?

En fin, el celular en su justa medida es una gran ayuda... exacto, en su justa medida.

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