Desde hace un año veíamos las promociones: la nueva serie con la hija de Johnny Depp, The Weeknd y creada por Sam Levinson, con el glamour de Los Angeles, música y sexo, será la bomba del año… y fue una bomba que le estalló a HBO.
PUBLICIDAD
The Idol es la historia ficticia de Jocelyn (Lily-Rose Depp, quién hace lo mejor que puede con muy poco), una estrella Pop en ascenso que tuvo una crisis nerviosa cuando su madre murió, lo cuál obligo a cancelar la mega producción de su gira mundial. Debido a esto, toda una industria detrás de ella trata de ponerla en pie, no por que quieran su bienestar, sino para recuperar los millones perdidos por la gira cancelada. En medio de ese proceso ella conoce a Tedros Tedros (el peor nombre de la historia de la televisión, interpretado terriblemente por Abel Tesfaye/The Weeknd), dueño de la discoteca de moda en Los Angeles, y fundador de un culto que busca… en verdad a estas alturas nadie sabe qué es lo que busca, aparte de tener sexo sadomasoquista y rudo con Jocelyn en cada uno de los capítulos.
The Idol debió ser una buena idea en su momento. Según han informado distintos medios de Hollywood, la idea era hacer una sátira sobre lo desalmada que es la industria de la música, y al tiempo reflexionar sobre las estrellas pop femeninas que han sido víctimas de esa industria, la prensa, su familia y allegados, etc. De hecho, esa era la idea que tenía en mente la directora original, Amy Seimetz, quién había filmado ya varios capítulos, cuando Tesfaye (quién además de ser el protagonista era el cocreador y productor) manifestó no sentirse bien con el rumbo de la serie ya que, según él, estaba contada desde una perspectiva demasiado femenina. Eso generó una pelea entre los dos que terminó sacando a Seimetz de la producción, y dejando a Sam Levinson, cocreador y desarrollador de la serie encargado de dirigir todos los capítulos.
Levinson se ha hizo famoso por Euphoria, también de HBO que de la mano de Zendaya, un gran elenco y excelente banda sonora, nos contó un High School Drama con un toque oscuro, mostrando de manera explícita temas como el consumo y tráfico de drogas en adolescentes o la pederastia. El show fue un hit en su primera temporada, pero en la segunda (a pesar de irle muy bien en audiencias) se empezaron a notar las grietas de cómo Levinson abusaba del “Shock Value” para aferrar a las audiencias, y cómo el truco de escandalizar se le empezaba hacer repetitivo. De la misma forma, el ego de Levinson generó peleas con gente del elenco, como la que tuvo con la actriz Barbie Ferreira, cuyo personaje fue fundamental en la primera temporada, pero en la segunda debido a desaveniencias entre los dos, su personaje perdió aire, volviéndose casi una extra. Meses después Ferreira anunció que no volvería la siguiente temporada (aunque nunca dio publicamente las razones del alejamiento).
Con todo este halo polémico, Levinson se hizo cargo de la producción de The Idol, volviendo a grabar la serie casi que desde cero, cambiando totalmente el enfoque que le había dado Seimetz, y jugando de nuevo con su viejo truco de “escandalizar”. A todo esto hay que sumarle el hecho de varios reportes dentro el set que hablaban de un ambiente tóxico en las grabaciones, y con muchas personas del staff renunciando a mitad de la producción.
Y lo que pudo ser una buena idea terminó volviéndose un pastiche de cosas que no terminan de dejar claro nada. Pareciera que en vez de hacernos reflexionar sobre el abuso a todo nivel del que sufren las estrellas del pop femeninas, quisieran que disfrutáramos de él. Más que una crítica a la explotación sexual y laboral, parece ser una apología a la misma. Y las escenas sexuales que parecen ser una metáfora de todo lo anterior, no escandalizan o incomodan, simplente aburren de lo poco creibles, repetitivas y exageradas que son. “Torture Porn” lo llaman, pero es un tortura sobre todo al espectador.
A eso hay que sumarle las malas actuaciones (especialmente la de Tesfaye), la incoherencia que suele tener el guión y la cantidad clichés y lugares comunes que tenemos que ver. En más de un momento me he sentido viendo aquellas películas de serie B eróticas que daban en The Film Zone, al menos en esas no se gastaron tanta plata.
La serie también me hizo pensar en Blonde, la película que salió el año pasado sobre Marylin Monroe, que se aprovechaba de la tormentosa vida de la actriz para mostrarnos de la manera mas cruel posible todos los vejámenes por los que pasó, pero al igual que con The Idol, lo hacían más como puro entretenimiento morboso y no como una verdadera reflexión sobre la industria machista y abusadora que ha sido (y sigue siendo) Hollywood. Parece ser que contar la historia de ese modo se está volviendo tendencia.
¿Es The Idol la peor serie de la historia de HBO? Habría que pensarlo con calma y recordar series anteriores, pero de lo que sí estoy seguro es que es su peor metida de pata en el último tiempo. La misma marca que nos dio recientemente joyas como Succession y Barry, demostró que también puede caer bajo si piensa más en los números al costo que sea, que en contar una historia relevante.