Opinión

¿Casio o Rolex?

“El mayor riesgo y lo peor de esta ciudad es la inseguridad, y los alcaldes desde siempre han eludido el problema, no les interesa y seguramente no la viven. Pasear la ciudad en carros blindados o salir a caminar con un esquema de protección de más de 15 personas no permite entender el riesgo que cualquier ciudadano corre al caminar por la capital”: Andrés Charria

cuchillo

Nuestra caótica ciudad ofrece lo mejor y lo peor para sus habitantes. Los mejores centros comerciales con almacenes de todas las marcas; restaurantes exquisitos a precios manejables y cualquier cantidad de espectáculos en escenarios de calidad; el teatro Colón de Bogotá, una joya digna de ciudades europeas, el Colsubsidio o el moderno Julio Mario Santo Domingo son perfectos.

Tres equipos de fútbol de primera división; buenos escenarios para practicar deporte y uno de los mejores parques como el Simón Bolívar, verde, amplio, limpio y adecuado para gozar del excelente clima a 2600 metros más cerca de las estrellas.

Todo esto tiene su precio, ya comenté el tema del tráfico que desespera al más paciente de los conductores, calles invadidas por toda clase de negocios, y un sistema de recolección de basuras precario.

El mayor riesgo y lo peor de esta ciudad es la inseguridad, y los alcaldes desde siempre han eludido el problema, no les interesa y seguramente no la viven. Pasear la ciudad en carros blindados o salir a caminar con un esquema de protección de más de 15 personas no permite entender el riesgo que cualquier ciudadano corre al caminar por la capital. El panorama es desolador la ciudad está a merced de delincuentes que ven más fácil robar que realizar una actividad productiva legal.

Trasmilenio, que en su momento fue un modelo a seguir y que se intentó repetir en varias ciudades con relativo éxito, es hoy en día el sitio perfecto para los delincuentes. Sobrevivir a largas colas, multitudes enlatadas como sardinas en buses y estaciones donde la policía brilla por su ausencia ofrece el mejor escenario (también acá) para el robo de celulares, billeteras y cualquier elemento de valor. No sé si lo inventaron acá pero apareció una palabra digna de la picaresca del siglo de oro español, el cosquilleo, las deliciosas cosquillas son sinónimo del hurto de celulares y billeteras desafortunadamente este es el mejor escenario para una víctima. Permanentemente hay noticias de asesinatos en las estaciones por diversas razones.

Los delincuentes cada vez son más osados, hace poco en un sitio de hamburguesas bastante conocido dos ladrones entraron con pistolas y en menos de 3 minutos se llevaron celulares y billeteras de quienes tranquilamente comían. Los videos de las cámaras de seguridad muestran en cada uno de estos robos la tranquilidad de los delincuentes que tienen claro que salvo alguna paliza de los ciudadanos, no les pasará nada malo.

Hacer deporte tampoco es actividad segura, deportistas de alto rendimiento como Oscar Sevilla o al deportista olímpico Manuel Esteban Soto les robaron la bicicleta, como siempre la policía ofrece recompensa a quien dé información, salvo eso y la actividad de las redes sociales, nada pasará. Ni que hablar de los corredores que utilizamos relojes inteligentes que nos ayudan a mejorar y que son apetecidos por los ladrones, a punta de pistola atracan a los corredores y hasta los tenis les han quitado. Nadie se salva.

Esperar a que llegue la policía o directamente poner una denuncia es tiempo perdido, un vecino tomó la decisión de denunciar a un ladrón que lo robó y que extrañamente la policía lo capturó. Debió recorrer pasillos de despachos oscuros hasta más allá de medianoche, valga la pena indicar que el robo fue a media tarde.

Me llaman la atención las encuestas de la alcaldía sobre la “percepción de la inseguridad”. No entiendo mucho los resultados y me parece que son inocuos; la percepción de inseguridad es personal de cada individuo que se siente amenazado. Algunos percibimos menos inseguridad o nos sentimos más seguros que otros pero poco dice sobre la realidad de la ciudad. Acá se roba y se mata permanentemente, sin importar lo que se “perciba” y las respuestas de las autoridades son menores.

Ni qué decir de caminar con un Rolex, en Bogotá no es opción tener en la muñeca un artilugio que puede costar muchos miles de euros y que fácilmente puede representar un tiro para quien lo lleva. Por esto, nuevamente prefiero llevarle la contraria a la bella Shakira y sin mayor problema cambio un Rolex por un Casio, que entre otras cosas fue el reloj deseado por nosotros los jóvenes de los 80.

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