El nivel de precariedad de los argumentos de quienes defienden la reforma tributaria solo es superado por los de quienes la atacan. Los que están a favor están satanizando el azúcar y mandando a comer frutas y tomar agua a todo el mundo, mientras que quienes se oponen lloran porque se están destruyendo el bolsillo de los colombianos, además de nuestras libertades individuales.
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Poco les preocupa a unos y a otros el bienestar de los ciudadanos, a la larga lo que les importa es defender sus creencias políticas y apoyar al partido con el que concuerdan, sea el de gobierno o el de oposición. Es decir, los impuestos están siendo usados como terreno (uno más) para la batalla ideológica.
¿Les van a poner impuestos a las bebidas azucaradas y a los alimentos procesados por un tema de salud pública? Podría decir que estoy conmovido con tanta bondad y que hacía mucho tiempo que nadie se preocupaba tanto por mí, pero lo que voy a pedir es que no vengan con inventos. Lo hacen porque son productos de consumo masivo y necesitan esa plata, ya sea porque el gobierno anterior gastó más de la cuenta o porque nos venimos robando hasta los huecos del suelo desde el comienzo de los tiempos.
Los que apoyan al gobierno de Petro han salido con toda clase de argumentos que van desde tablas calóricas hasta estudios científicos, mientras que quienes nunca han querido verlo como presidente están llorando porque las fiestas de cumpleaños van a ser ahora celebraciones tristes sin ponqué ni helado. No sabía que eran tan sensibles al tema, pero Leo Katz y otros empresarios gastronómicos ya han tomado nota del asunto y tienen pensado montar restaurantes carísimos donde solo se venda salchichón y Colombiana, ya que acaban de descubrir que a sus clientes habituales les gustan mucho ambos productos.
Algo similar ocurre con el hecho de que Nairo Quintana y no Egan Bernal haya salido en el nuevo video del himno nacional. Mientras unos se rasgan las vestiduras porque nuestro único campeón del Tour de Francia fue ignorado, otros se descerebran para justificar que Nairo es el verdadero ídolo del pueblo y que cuando entrena por nuestras carreteras la gente sale a la orilla a corear su nombre. Qué nivel, por José de Arimatea, es que ni un niño de primaria sale con esas bobadas. Nuevamente, el ciclismo les importa un pito, lo mismo que la salud, lo que quieren es imponerse, tener razón.
El electorado tiene el nivel intelectual de un infante de siete años y los políticos lo saben, por eso hacen lo que se les da la gana, y encima se hacen reelegir hasta que el doctor los mana a guardar reposo en un lugar cercano al mar, porque saben que quienes los defienden son lacayos incondicionales que con tal de justificar sus acciones se inmolarían en plaza pública. Lo peor, es que los votantes nos juramos críticos y analíticos, incapaces de ser manipulados y engañados, cuando lo cierto es que nos llevan viendo la cara de idiotas desde que se inventaron el día y la noche.
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Que sigamos discutiendo, eso es lo que les conviene a los que mandan, y también a la nueva oposición; que peleemos porque el Chocoramo va a subir cien pesos y la gaseosa, doscientos. Con una mano nos distraen con el pajarito de colores, mientras que con la otra nos hurgan, una vez más, la billetera. Siempre creemos que no pueden exprimirnos más, y siempre logran encontrar la fórmula para sacarnos unas monedas de más. A este paso, en tres reformas tributarias más no solo va a tocar darle todos nuestros ingresos al gobierno de turno, sino pagarle para que nos deje trabajar. El agradecimiento del esclavo.