Opinión

También es contigo

“Normalmente llaman entre dos y tres veces por semana a ofrecerme un nuevo plan de celular, subir las megas del internet, o venderme su plan de televisión”.

Los de Claro me la están montando, no puede haber otra explicación. Seis llamadas en tres días para venderme productos, timbrazos el viernes en la noche y el sábado en la mañana. No quieren que les compre nada, quieren desesperarme, solo porque cada vez que se comunican les pido que no me busquen más. Normalmente llaman entre dos y tres veces por semana a ofrecerme un nuevo plan de celular, subir las megas del internet, o venderme su plan de televisión, pero durante la pasada se desquiciaron.

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Claro puede ser la peor empresa del país, o al menos la más acosadora. No es solo que te enciendan a llamadas y mensajes de texto, sino que es siempre para lo mismo: por voz te embuten todos sus servicios (y si ya los tienes te ofrecen mejorarlos) y por texto te piden que pagues la factura así ya la hayas pagado, Paranoico como soy, la primera vez que recibí un mensaje así fui como loco al banco, donde el sistema no me recibió el dinero. Me vi sin internet y teléfono por el resto de los tiempos y encima reportado en Datacrédito, e incluso llegué hasta una oficina de Claro para solucionar el asunto, donde me dijeron que estaba al día con mis recibos, pero que no podían dejar de mandar tales mensajes.

Y no es solo que sean intensos, sino que en muchos casos su servicio es regular tirando a malo. Alguna vez caí en eso de mejorar mi velocidad de internet, y de diez megas al mes que eran un jet pasé a treinta que hacen parecer que mi conexión fuera por teléfono, como en los noventa. Tres veces vinieron a solucionar el problema y no hubo caso, al punto de que el último operario me dijo, muy entre él y yo, que más o menos tendría que resignarme a vivir con un internet de mierda. Ahora me están llamando para que me pase al plan de cincuenta megas, y la verdad prefiero volver a escribir a máquina y mandar los artículos por fax que aceptarles la propuesta.

Hacen lo que quieren Claro y demás empresas de telecomunicaciones, para ellos es la ley del Viejo Oeste, no en vano ve uno cada tanto en la prensa que han sido multadas con cifras millonarias por engañar al consumidor. Igual les da lo mismo, con lo que facturan, una que otra penalidad termina siendo monedas para ellos. No sé en qué esté el asunto, pero debería haber una ley que regule el acoso de las empresas hacia los consumidores. Es que no puede ser que a veces mire mi celular y tenga una veintena de mensajes de texto ofreciendo desde muebles de hogar hasta viajes, además provenientes de compañías en las que nunca he comprado nada. Vaya uno a saber cómo obtuvieron mi número, pero el intercambio de datos de usuarios entre compañías debe ser uno de las mafias más fuertes en este país.

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Y encima sienten que pueden hacer con uno lo que quieran porque salirse de esas empresas de servicio es un suplicio. Te vuelves cliente de ellos con nada, ni siquiera necesitas la cédula (y lo digo en serio porque alguna vez quedé endeudado con ETB por una línea fija que yo nunca contraté) pero para salirte te piden el registro civil original de tus ocho bisabuelos. Lo que hacen se llama abuso y nadie los detiene; al revés, parece que tuvieran el visto bueno del gobierno. Quién sabe qué amañado tendrán ahí. Al igual que el resto de colombianos, no soporto una llamada más de una empresa multimillonaria para sacarme plata, que es al final lo que buscan: que uno se dé por vencido y afloje la billetera. Esto también es contigo, Bancolombia.

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