Opinión

La historia de siempre

“Y el error conceptual es decir que Millonarios es el equipo que mejor juega en Colombia”

Hay un error en cuanto a la concepción de la idea futbolística que exhibe Millonarios, al menos durante su sufrida estancia en los cuadrangulares semifinales, lugar del que fue eyectado con prontitud a pesar de que, en teoría, era uno de los firmes candidatos al título. Y el error conceptual es decir que Millonarios es el equipo que mejor juega en Colombia.

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De golpe podrá ser el que tiene más la pelota o el que es más vistoso, o si se quiere, el que cuenta con una propuesta más estética que sus pares. Millonarios hace bien gran parte de la labor en cancha, pero falla en la más importante: el gol. Sin goles no hay resultados y más allá de las florituras, la cantidad de tantos marcados es lo que finalmente colabora en esto de jugar bien porque el gol es la consecuencia de la terminación de un buen trabajo y de una coordinación como escuadra.  Y Millonarios falló en eso y otros factores frente a sus adversarios de zona.

Eso sí, la zaga se vio muy diferente con Murillo -socio inesperado de tres goles, dos de Junior y uno frente a Nacional y presente ante la ausencia de Vargas-. Ahí el entrenador terminó costándole la elección de Murillo sobre Cuenú que, sin ser una lumbrera, anduvo mejor que el primero, pero ya era demasiado tarde, porque, aunque ya se había conseguido estabilizar la última línea, los fallos del circuito ofensivo condujeron al abismo a Millonarios, a los que se les puede sumar la llamativa inseguridad de Álvaro Montero, considerado el refuerzo más importante de esta temporada, pero que falló en los momentos clave de la campaña.

Volviendo a la fase atacante, resulta casi incomprensible que al final se termine extrañando a Diego Herazo -una de las incorporaciones más criticadas en este nuevo proceso-. Extrañar al 9, de hecho, planteó un diagnóstico especial sobre la realidad azul: sin delanteros de categoría para competir, Herazo se convirtió en van Basten ya que Jader Valencia no ha sido capaz de rendir lo esperado luego de su excursión francesa, Ricardo Márquez, un caso bien insólito de cómo un goleador se seca y Abadía, reducido a jugar un par de minutos más allá de que podría tener más condiciones que los anteriormente citados.

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Pocos al final se salvan: Llinás -de gran torneo-, Macallister -cansado ante tanto esfuerzo-, Ruiz -muy maltratado y con bajón pronunciado en el remate de la campaña- y alguito de Vásquez. Muy pocos nombres si se tiene en cuenta que el azul en apariencia era el equipo que mejor jugaba.

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