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Tilda tenía razón

Según explican en el Ideam, las fuertes lluvias en regiones como Amazonas, Meta y Tolima son las culpables del clima bogotano.

Inició la segunda temporada de lluvias en Bogotá - Getty Images
Inició la segunda temporada de lluvias en Bogotá - Getty Images Getty Images (Matt Cardy/Getty Images)

Hace cinco años escribí en este mismo espacio que a Bogotá la prefería nublada, incluso fría y lluviosa, que con sol. Fue después de una larga temporada de sequía donde los rayos golpearon fuerte y el termómetro marcaba hasta 23 grados centígrados, toda una exageración tratándose de la capital. Acostumbrados a andar con ropa para frío, los habitantes de la ciudad sufríamos a lo largo del día con tanto bochorno.

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Pues parece que la naturaleza me oyó, así haya sido con retraso, porque el helaje que está haciendo en Bogotá no es chistoso. Escribo esto con 21 grados de temperatura y un cielo azul precioso, pero hasta hace veinticuatro horas llevábamos más de dos semanas sin ver el sol en esta ciudad. Y de la lluvia, los vientos y el granizo, ni hablar; parecía que de verdad el mundo se iba a acabar, nada de simulacros.

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Ni mucho frío ni mucho calor, así somos los humanos, quejándonos de las condiciones climáticas extremas y buscando siempre la temperatura adecuada, una delgada franja de no más de siete grados centígrados. Nunca estamos conformes, si hace frío nos quejamos y buscamos el calor, y cuando calienta buscamos refrescarnos con lo primero que haya a la mano: un aire acondicionado o un ventilador, una bebida fría, una sombra, e incluso el Menticol. La Tierra es, hasta donde se sabe, el único planeta habitado en el Universo, el único apto para la vida, pero Dios, qué difícil es a veces hallarnos a gusto y encontrar un temperatura ideal que nos complazca a todos.

Según explican en el Ideam, las fuertes lluvias en regiones como Amazonas, Meta y Tolima son las culpables del clima bogotano, pero, la verdad, ¿qué importa? Hace un frío insoportable y ya está, ¿qué más dan las causas? Ya después tocará ver cómo está el medio ambiente y qué tanto tiene que ver su deterioro con el frío que nos golpea, pero en el día a día lo que nos incumbe es que vivimos congelados y hay que hacerle frente a la situación como sea. El sábado pasado, por ejemplo, me pasó algo que no había vivido nunca en treinta años viviendo en esta ciudad y es que no podía dormir por las bajas temperaturas. Nada, ni dos cobijas extras ni un saco grueso lograban calentarme. Es que los reportes hablan de cuatro grados centígrados en Bogotá y dos en las afueras.

Hace poco Tilda Swinton fue noticia por visitar Colombia y por decir que nunca en su vida había sentido tanto frío como en Bogotá. Y hablamos de alguien nacido en Londres, una ciudad famosa por su mal clima. Años antes y menos famosa que la actriz, tuve la oportunidad de hablar con una funcionaria de la embajada de Italia que me dijo exactamente lo mismo: que Bogotá le parecía uno de los lugares más fríos del mundo. Extrañado le pregunté por qué, y me explicó que se debía a que en los sitios con estaciones el invierno golpeaba fuerte, pero que, precisamente por eso, las casas y edificios tenían la infraestructura necesaria para afrontarlo. No solo buenas y grandes chimeneas, sino paredes y ventanas gruesas, además de efectivos sistemas de calefacción incorporados a las construcciones.

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Pues eso, que en Bogotá creemos que vivimos en tierra fría, pero en realidad es templada porque si mezclamos sus extremos nos da un sancocho que no se sabe qué es. Y como precisamente no lo sabemos, ignoramos cómo afrontar las subidas y bajadas de temperatura y sufrimos con ambas. Y mientras acá estamos como si fuera Islandia, tierras medias como Medellín, Bucaramanga y Armenia reportan temperaturas más propias de la Costa Atlántica que otra cosa. ¿Y la gente en la costa? Olvídense, la situación es tan extrema que solo queda rezar por ella.Tilda tenía razón

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