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Hace 30 años, el cielo de Cali se vistió de luto: la historia del vuelo 965, la tragedia aérea más grave de Colombia

Después del siniestro que cobró 159 vidas, el legado de las víctimas sobrevive en el pulmón verde de la capital del Valle. Esto fue lo que pasó y lo que llevó a los cambios de seguridad en la aviación.

Archivo histórico
Fotografía del archivo judicial que detalla la tragedia aérea en las cercanías de Cali. El vuelo, procedente de Miami, colisionó contra un cerro en jurisdicción de Buga en diciembre de 1995. Archivo histórico

A las 9:41 de la noche del 20 de diciembre de 1995, el silencio se apoderó de los cerros cercanos a Buga, en el Valle del Cauca. Lo que debía ser un aterrizaje de rutina en el aeropuerto Alfonso Bonilla Aragón de Cali se convirtió en el capítulo más sombrío de la aeronáutica nacional.

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Hoy se cumplen 30 años del accidente del vuelo 965 de American Airlines. El Boeing 757, que volaba de Miami a Cali con familias que regresaban para Navidad, terminó impactando contra la montaña.

El saldo fue de 159 víctimas fatales y cuatro personas, Gonzalo Dussán Monroy, su hija Michelle, Mercedes Ramírez Johnson y Mauricio Reyes, lograron sobrevivir al impacto y a las temperaturas de la zona.


Un error en la pantalla

La investigación oficial, conducida por la Aeronáutica Civil de Colombia y la Administración Federal de Aviación (FAA), determinó que el accidente no fue producto de una falla mecánica, sino de una cadena de decisiones humanas. Los pilotos, el capitán Nicholas Tafuri y el primer oficial Don Williams, enfrentaron una confusión con los puntos de referencia en el computador de navegación.

Al intentar borrar unas coordenadas y seleccionar el radiofaro de Rozo, una ambigüedad en el sistema los dirigió hacia el oriente, directamente hacia la cordillera. Según el informe técnico, la tripulación perdió la “conciencia situacional” y, pese a los intentos de último segundo por elevar la punta del avión, la cola golpeó los árboles de la cima.

Minutos antes, la voz de Tafuri se escuchó por los altavoces de la cabina, en un mensaje que hoy resuena con una carga histórica particular:

“Es una noche hermosa como lo habíamos esperado... Quiero desearles a todos felices fiestas y un sano y próspero 1996. Gracias por volar con nosotros”.

Un legado de seguridad

El impacto cultural de este evento ha sido documentado en producciones como la serie Mayday: catástrofes aéreas de NatGeo y la película colombiana Rescate en el Valle (2023), que destaca la labor de los socorristas que ascendieron la montaña en condiciones extremas para salvar a los pocos sobrevivientes.

Aquel fatídico error en la cabina del Boeing 757 no solo dejó una marca imborrable en el corazón del Valle del Cauca, si no que obligó a la industria aeronáutica a replantearse la relación entre el hombre y las aereonaves. la seguridad en los cielos cambió para siempre bajo tres pilares fundamentales:

1. El nacimiento del sistema TAWS

Antes de 1995, los aviones contaban con un sistema de alerta de proximidad al terreno (GPWS) que solo miraba “hacia abajo”. El accidente demostró que eso no era suficiente. A raíz de esta tragedia, se desarrolló e implementó de forma obligatoria el TAWS (Terrain Awareness and Warning System). Este sistema utiliza una base de datos cartográfica global y GPS para mirar “hacia adelante”, permitiendo que el avión advierta a los pilotos sobre una montaña mucho antes de que sea un peligro inmediato.

2. El fin de la ambigüedad en las coordenadas

A partir de las investigaciones lideradas por la Aeronáutica Civil y la FAA, se estandarizó que los puntos de navegación no pueden compartir nombres o códigos similares en zonas cercanas. Hasta hoy, cada radioayuda y punto de paso tiene una identidad única e inequívoca para evitar que un solo “click” desvíe una aeronave hacia el desastre.

3. Gestión de Recursos de Cabina (CRM)

El informe final detalló que la tripulación, en su afán por recuperar el tiempo perdido del retraso, perdió la “conciencia situacional”. Esto impulsó un entrenamiento mucho más riguroso en CRM, que enseña a los pilotos a cuestionar los automatismos del avión y a comunicarse de forma asertiva. Se aprendió que, ante la duda, lo primero es volar el avión manualmente y alejarse del peligro antes de intentar solucionar un problema en la computadora de vuelo.

La memoria sigue viva en la naturaleza de Cali

En Cali, el recuerdo de las víctimas no solo reside en archivos judiciales o documentales. Los familiares transformaron su duelo en vida mediante la creación del Ecoparque Las Garzas. Con el apoyo de autoridades ambientales como la CVC y el Dagma, limpiaron los terrenos y sembraron árboles en honor a quienes no llegaron a casa aquella noche de 1995.

Por este suceso, este fin de semana, se llevarán a cabo actos litúrgicos en Cali y Miami. A tres décadas del siniestro, la comunidad aeronáutica y las familias afectadas coinciden en que la mejor forma de honrar a los fallecidos es garantizar que las lecciones aprendidas en las montañas de Buga nunca se olviden.

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