La posibilidad de una intervención militar de EE.UU. en América Latina ha dejado de ser un rumor para convertirse en una amenaza tangible. El foco está puesto firmemente en Venezuela, tras un ultimátum directo de Donald Trump al líder venezolano, Nicolás Maduro: “Salir de Venezuela o ser removido”. Este desafío no solo pone en juego la credibilidad del expresidente estadounidense, sino que también establece un punto de no retorno en la política exterior de Washington hacia Caracas.
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El argumento principal esgrimido por Estados Unidos para justificar un cambio de régimen es la lucha contra el narcotráfico, un pretexto que Trump ha utilizado para extender sus advertencias a toda la región.
Colombia en la Mira: ¿Aliado Intocable o Objetivo de Riesgo?
La retórica beligerante de Donald Trump alcanzó a uno de los aliados históricos de EE.UU. en la región: Colombia. La advertencia de que podría “atacar a cualquier país que permita el tráfico de drogas hacia EE.UU.” reavivó tensiones diplomáticas, provocando una respuesta airada del presidente colombiano, Gustavo Petro.
“Atacar nuestra soberanía es declarar guerra; no dañe dos siglos de relaciones diplomáticas,” sentenció Petro.
A pesar de esta confrontación pública, analistas y diplomáticos coinciden en descartar un ataque directo contra Colombia. Víctor Mijares, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Los Andes, le aseguró a DW que: “Las probabilidades de eso son muy muy bajas, porque Colombia es un aliado principal de EE.UU. y además un socio global de la OTAN”.
Según Mijares, la tensión actual tiene “mucho más que ver con una mala relación entre los gobiernos, no necesariamente con relaciones institucionales o una enemistad que vaya a estallar”. La alianza binacional, cimentada en años de cooperación en inteligencia y asistencia militar, se mantiene sólida a nivel institucional, incluso con la fricción entre Trump y Petro.
El Rol ‘Invisible’ de Colombia: Pieza Clave en el Tablero Regional
Aunque Colombia no parece ser el objetivo militar, su posición geográfica y su alianza con Washington lo convierten en una pieza estratégica indispensable en caso de que se materialice un ataque terrestre en Venezuela.
“Se espera que Colombia sea un aliado solidario en estos menesteres”, explica Mijares a DW. De hecho, a pesar de la confrontación retórica de Gustavo Petro, Washington depende de que Bogotá garantice la cooperación de inteligencia y la estabilidad fronteriza cuando comiencen las operaciones en suelo venezolano.
El exembajador estadounidense para Venezuela, James B. Story, lo confirmó a DW, señalando: “Necesitamos una buena relación con Colombia o la zona fronteriza será extraordinariamente difícil de controlar, especialmente si no podemos contar con ellos”.
La participación de Colombia, sin embargo, no sería de carácter bélico directo. Mijares considera improbable que el país pueda “desplazar fuerzas más allá de su perímetro” debido a su compleja situación de orden público interno. La cooperación, por lo tanto, se limitaría a canales no visibles y soporte esencial. “Me atrevería a pensar que, del lado de la inteligencia militar, rutinariamente habría cooperación con los Estados Unidos,” afirma el experto.
En este escenario, la cooperación entre EE.UU. y Colombia es crucial, no para una intervención militar conjunta, sino para garantizar apoyo logístico, inteligencia y control territorial que evite que el conflicto en Venezuela se desate en una crisis regional incontrolable.

