Una de las principales incertidumbres que viven las familias con niños en edad escolar es saber si pasarán el año, luego de los esfuerzos que esto representa en cada hogar. Sin embargo, la ley establece que ningún colegio puede declarar que un estudiante pierde el año sin antes haber cumplido con dos requisitos indispensables.
Se trata de haber garantizado el acompañamiento académico y la comunicación oportuna con los padres cuando el estudiante estaba en riesgo.
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¿Cuál es la ley que impide que colegios definan que un estudiante perdió el año?
Esta ley está en el Decreto 1290 de 2009, a través del cual se regula la evaluación de los estudiantes de educación básica y media, y busca que la evaluación no sea vista como una simple medición de notas, sino como un proceso de seguimiento integral.
Esto quiere decir que un estudiante no puede perder el año si el colegio no demostró haberle brindado apoyo, estrategias de refuerzo y los espacios de diálogo con sus padres o acudientes.
Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), en 2023 había 9,5 millones de estudiantes matriculados en preescolar, básica y media. Sin embargo, el Sistema Nacional de Información de Educación Básica (Sineb) advierte que más de 900.000 niños y adolescentes seguían fuera de las aulas.
El Decreto 1075 de 2015, que compila las normas del sector educativo, refuerza las obligaciones que tienen las instituciones educativas. En su artículo 2.3.3.3.3.17, dispone que los colegios deben convocar a los padres para informarles sobre el progreso académico de sus hijos y dejar registro de los seguimientos periódicos.
Además, también los obliga a entregar constancias de desempeño cuando las familias lo soliciten, para que exista trazabilidad del proceso de cada estudiante.
En este proceso, las instituciones deben demostrar que hubo acompañamiento, diálogo y estrategias de mejora, por lo que la pérdida del año solo podría declararse cuando todas las etapas hayan sido agotadas.
Es clave tener en cuenta que la norma recuerda que la responsabilidad es compartida, que los colegios deben garantizar el acompañamiento y que los estudiantes y sus familias también tienen que involucrarse activamente en el proceso.

