El nombre de Amaranta Hank, periodista y escritora, volvió al centro de la conversación pública luego de que el presidente Gustavo Petro la mencionara durante un Consejo de Ministros el pasado 15 de julio. El mandatario se refirió a su ingreso al Ministerio de Igualdad, criticando las resistencias internas que hubo ante su nombramiento.
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La mención no pasó desapercibida y coincidió con la publicación de una entrevista en el pódcast Amiga, ya pasó, en la que Alejandra Omaña, su nombre real, narró las dificultades personales y profesionales que ha enfrentado tras dejar la industria del cine para adultos.
Estigmas que no se borran con un cambio de rol
Desde su salida del mundo webcam, Amaranta ha desempeñado labores en entornos institucionales, especialmente enfocadas en la defensa de los derechos de las trabajadoras sexuales. Sin embargo, confiesa que no ha sido fácil desligarse de la imagen que el público construyó sobre ella.
“Los compañeros a veces tenían como unos chistes morbosos y de doble sentido, porque ‘ella’ es la que viene de la industria y aprendí que tenía que convivir con esto”, relató en el pódcast.
Peor aún, fue blanco de comentarios ofensivos cuando compartió en redes su incorporación al ministerio:
“Lo que mencionaba mucha gente era que seguramente se la había chupado al jefe para poder ascender, o dicen que uno se acostó con alguien”.
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Experiencia académica y profesional ignorada
A pesar de contar con más de una década en el campo del periodismo, ser autora de dos libros y tener conocimientos sólidos en derechos sexuales y feminismo, muchos de los ataques que recibe se centran en su pasado.
“He hecho periodismo sobre conflicto armado... trabajé con eso, no solo porque me senté a leer dos libros de feminismo, sino porque lo he encarnado a través de la pornografía”.
Amaranta también denunció que su trabajo ha sido objeto de derechos de petición enviados por otras funcionarias que cuestionaban su presencia en el cargo, incluso desde corrientes feministas:
“Fue una persecución tremenda... Sabíamos que era del mismo combo de mujeres porque usábamos los mismos términos”.
“Como si ahora sí fuera valiosa”
Otro de los momentos más duros fue notar cómo su entorno empezó a tratarla de manera diferente solo tras haber abandonado el cine para adultos:
“Me da a entender que cuando estaba haciendo pornografía no era una persona valiosa, o mi opinión no importaba... Y es ridículo que uno todo el tiempo tuviera que estar defendiendo esto”.
El caso de Amaranta Hank pone de relieve las tensiones entre moralidad, feminismo institucional y derechos laborales, abriendo una discusión necesaria sobre el valor de las trayectorias personales más allá de los prejuicios sociales.

