En un movimiento que sacude el tablero diplomático y de seguridad, el presidente Gustavo Petro solicitó oficialmente la colaboración de las agencias de inteligencia de Estados Unidos para investigar el atentado que dejó gravemente herido al senador Miguel Uribe Turbay. Según confirmó el propio mandatario, el arma usada por el sicario fue comprada legalmente en Arizona, EE. UU., y trasladada luego a Florida, antes de terminar en Colombia.
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“He pedido a través de la embajada de EE. UU. que los organismos secretos de ese país ayuden a profundidad en la investigación del intento de asesinato del senador Uribe Turbay”, aseguró Petro, dejando claro que esta no es una investigación ordinaria, sino un caso que podría tener conexiones con mafias internacionales.
Además, el jefe de Estado anunció que se desplazará a Cali para liderar una reunión urgente con la cúpula militar y policial. El objetivo: desentrañar los posibles vínculos entre estructuras criminales del suroccidente colombiano y el atentado. “Se estudiará toda la información que relaciona las oficinas de la mafia de la región con el ataque”, agregó.
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Las alarmas están encendidas. El propio ministro del Interior, Armando Benedetti, insinuó que detrás del atentado podrían estar las disidencias de las FARC lideradas por alias Iván Mordisco, a quienes calificó no como guerrilleros, sino como “narcotraficantes internacionales”.
“Estoy hablando de indicadores, pruebas en análisis... no conclusiones aún. Pero se está considerando que quienes han puesto explosivos en Cali y el Cauca podrían estar relacionados con este atentado”, afirmó Benedetti.
Mientras Miguel Uribe lucha por su vida, las autoridades trabajan contrarreloj en una investigación que ya trasciende las fronteras. Colombia y Estados Unidos unen fuerzas ante lo que podría ser la arista más peligrosa de una red mafiosa con alcance global.

