El presidente Gustavo Petro, anfitrión de la décima Cumbre de Jefes de Gobierno de la Asociación de Estados del Caribe (AEC), no asistió al evento que reunió a líderes de 25 países miembros y 10 observadores en Montería, Córdoba. La canciller Laura Sarabia fue quien encabezó la delegación colombiana y anunció que el mandatario no pudo presentarse por “razones de fuerza mayor”.
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¿Por qué no asistió Petro a la Cumbre del Gran Caribe?
Pese a que su presencia era esperada como líder del país anfitrión, la Casa de Nariño no ha ofrecido una explicación detallada sobre los motivos de la inasistencia del presidente. La única información oficial se dio al inicio de la sesión, cuando Sarabia expresó que el jefe de Estado no pudo viajar desde Bogotá, sin ofrecer más detalles logísticos o de salud.
La ausencia llamó la atención no solo por el carácter diplomático del encuentro, sino porque Petro debía entregar la presidencia pro tempore de la AEC a su homólogo panameño, José Raúl Mulino, quien sí asistió al evento y participó activamente en las sesiones y la foto oficial.
Discurso por delegación y mensaje sobre integración regional
Durante la jornada, Sarabia leyó el discurso enviado por el mandatario, en el cual reiteró el compromiso de Colombia con la integración regional del Gran Caribe, un sueño que —según citó— compartía el Libertador Simón Bolívar.
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En el mensaje, Petro también hizo un llamado a la condonación de deuda externa a cambio de acciones climáticas, a la defensa del sistema multilateral y a fortalecer la cooperación con Haití, país sumido en una profunda crisis política y social.
La agenda del presidente Petro ha estado marcada por el hermetismo en los últimos días. Su última aparición pública fue el martes, cuando lideró un consejo de ministros centrado en la reforma agraria. Durante el paro nacional del miércoles y jueves, la Presidencia informó únicamente que el mandatario sostuvo “reuniones privadas de trabajo”, sin especificar temas ni participantes.
La ausencia del presidente anfitrión en un evento internacional de esta magnitud no es menor. Más allá del simbolismo, puede interpretarse como un gesto diplomáticamente incómodo para los asistentes y una oportunidad perdida de fortalecer alianzas estratégicas en el marco de la integración caribeña y la lucha contra el cambio climático.