Martín Alejandro Páez es realizador audiovisual, transmasculino no binario, tiene 25 años y comenzó su proceso de transición a los 15. Cristina Rodríguez es comunicadora social y periodista, activista transfeminista y comenzó su proceso de transición a los 19 años. Ambos han sufrido, de una u otra forma, violencia y discriminación; y han tenido que sortear múltiples dificultades en sus procesos de transición. Ahora hacen parte de la población que exige una #LeyIntegralTransYa en la marcha del orgullo LGBTIQ+ de este 2023 ¿De qué se trata este proyecto? Publimetro Colombia le cuenta los detalles.
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Tránsito en medio de altibajos
“Tú comienzas en ese camino de cómo tienes que ser y no te lo cuestionas, no revisas cómo te sientes o cómo te identificas, porque desde que naces te dicen ‘eres esto y te tienes que comportar, encajar en este lugar’ y te obligas a estar ahí porque es donde te pusieron. Yo me cuestioné desde pequeño y no lo entendía”, dice Alejandro al explicar su experiencia trans desde el inicio.
“Me identificaba mucho con la masculinidad. Más adelante me cuestioné mucho más el por qué me sentía más cómodo con pronombres masculinos, porque la gente me ‘confundía’ en ese entonces”, continúa narrando cómo reafirmó su identidad cuando aún estaba en grado décimo del colegio.
En ese entonces Alejandro narra que la información sobre la población trans en Colombia no era como lo es hoy en día, en redes sociales se conseguía poca información al respecto y por eso decidió hacer un canal de YouTube retratando su proceso de transición, que decidió alimentar cuando su familia, en medio de descontentos, dudas y aceptación veía la transformación de su voz, su cabello y su ánimo.
Creció en Bogotá, en una familia a cargo de su mamá y su familia paterna llegó a cumplir el rol que no desempeñó su papá desde muy temprana edad. Pero en lo que respecta a su proceso de tránsito, la familia de su papá y hasta él mismo, han sido esquivos y muchas veces violentos. “¿Por qué va en contra de la naturaleza? ¿Es lesbiana o qué es?”, eran parte de las preguntas que Alejandro escuchaba de su familia en reuniones familiares y que llegaban a hacerlo sentirse supremamente incómodo e incomprendido, como pez nadando contra la corriente.
Cristina, por su parte, cuenta que su experiencia trans se manifestó desde que era muy pequeña. “Tanto mi papá como mi mamá siempre me han apoyado. Creo mucho en el poder que tiene esto para cambiar nuestras experiencias de vida”, expresó sobre el acogimiento que ha recibido por parte de su familia cercana y extendida, quienes incluso han llegado a admirarla por la lucha que ha abanderado. Reconoce que su caso es una excepción en su comunidad y que para muchas personas trans representa un sueño la experiencia de vida que ella ha experimentado.
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Pero haber pasado por un núcleo familiar acogedor no la ha eximido de sufrir violencia en espacios públicos. “Es problemático porque nos enfrentamos a las miradas, los susurros, a comentarios malintencionados o imprudencias. Hay miradas con odio, con asco y eso se percibe con facilidad. Eso como algo que pasa en el día día, pero que pasan de esa mirada al accionar, un insulto, un golpe o que nos escupan. Eso se ve reflejado en espacios laborales y se nos margina a ciertas actividades, que hoy reivindico, pero que no somos exclusivamente ‘putas‘ o ‘peluqueras‘ sino que también podemos ser profesionales en diferentes áreas”, dice al respecto de las formas de discriminación que la han afectado.
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“A veces prefieren ni tocarnos”: Cristina Rodríguez, transfeminista, sobre violencia médica
Pero la violencia también atraviesa el entorno médico, crucial para muchas personas trans que deciden someterse a hormonización, cirugías de reasignación de sexo, mastectomías y demás procedimientos que ayudan en su reafirmación de género. Teniendo en cuenta, por supuesto, que no todas las personas parte de la comunidad deciden pasar por los mismos tratamientos.
“No me he hecho la mastectomía porque tengo miedo de pasar por violencia médica, de explicarle a 3, 4 y 5 doctores que soy trans, que siento disforia de género y de que incluso tenga que poner una tutela, porque he hablado con varios amigos y me cuentan que a pesar de que no debería ser así, muchas veces les toca entutelar para acceder a la cirugía”, cuenta Alejandro.
Cristina, por su parte, cuenta que muchas veces los servicios médicos los niegan a población trans “por no tener un documento que nos represente o porque no somos esa persona o ‘la estamos suplantando’, o porque a veces ni nos quieren tocar”.
Pero además, explica que compañeras trans han pasado por violencia estigmatizante en centros médicos, pues ha tenido que escuchar “casos de compañeras que ejercen trabajo sexual por sobrevivencia, actividades sexuales pagas. Llegan heridas por cualquier motivo al médico y muchas veces ni las quieren tocar porque creen que tienen sida, así de estigmatizante es el lenguaje”.
Ley Integral Trans: un esfuerzo por suplir la inmensa ausencia de garantías
Si bien en Colombia se ha conseguido una acción jurídica importante para la protección de personas trans, es importante una ley que agrupe las necesidades y atienda integralmente a la población. Danne Belmont, Directora Ejecutiva de la Fundación GAAT (Grupo de Acción y Apoyo a personas Trans), explica que con esta ley se espera “cubrir necesidades que históricamente hemos reclamado las personas trans, como las barreras de acceso a nuestros derechos”.
Además, según el Observatorio Prediva de GAAT, que hace seguimiento a violencias a personas trans, Colombia es el segundo país en Suramérica con mayor número de asesinatos a integrantes de esta población, después de Brasil. “Llevamos cinco años en este lugar. Es tiempo de que esta Ley pueda garantizar los derechos de las personas trans, porque es algo urgente que necesitamos para salvaguardar nuestras vidas”, dice al respecto Belmont.
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Cuatro pilares del proyecto de Ley Integral Trans
1. El derecho a la identidad: es la llave de acceso a muchos de los otros derechos, a través del reconocimiento identitario en la cédula de ciudadanía, para sobrepasar barreras en falta de salud, educación o trabajo.
2. Garantía de derecho a la salud: brinda garantías para acceder a procesos médicos que actualmente deben ser solicitados por medio de tutelas, porque muchas IPS no tienen información sobre garantía de derechos trans.
3. Garantía de derecho a la educación.
4. Garantía de derecho al trabajo.
Y aunque Alejandro y Cristina no vivieron el proceso de expulsión de su núcleo familiar o discriminación mediante las llamadas ‘terapias de conversión’, esta es una de las principales problemáticas que actualmente enfrenta la población trans en Colombia.
Belmont es enfática en que “este es uno de los factores que más reclamamos, el tema de la transformación sociocultural, que permita que las familias reconozcan, apoyen y acepten a sus hijas, hijos e hijes. Cada vez que una familia hace eso tenemos el 90% de nuestra vida asegurada, el 10% restante lo ponemos nosotres”.