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Simón tomó una decisión y dejó este mundo, ahora su legado es salvar vidas

Simón González Restrepo se suicidó a los 13 años durante la pandemia, el dolor de su familia por su partida se transformó en la esperanza de ayudar a salvar a otros.

Lila Restrepo Maya, presidenta de Simón a la Obra

A tres meses de haber iniciado la pandemia por la covid-19, el 25 de junio del 2020 Simón a sus 13 años tomó una decisión repentina, sin dejar huella de los motivos decidió partir de este mundo. Su familia cree que el encierro le cortó las alas, porque él volaba. Sí, Simón volaba en el arco de su equipo de fútbol, al que se entregaba tres veces a la semana para entrenar y todos los fines de semana para jugar partidos y campeonatos.

Cuando Lila Retrepo Maya, la madre de Simón lo describe dice que “era un niño de 13 años y 26 días, estaba en primero de bachillerato, era deportista, arquero del Independiente Medellín, en la sub 13. Fue un gran futbolista y en la Pony fútbol del 2019 fue el que más premios obtuvo e hizo un gol histórico de media cancha, que nadie ha podido superar. Era amiguero, muy buen hijo, muy buen ser humano, le fascinaba la naturaleza, los animales, protegía a las personas, aconsejaba a sus amigos, le gustaba mucho orar y era un ser humano muy amoroso”.

Por la pandemia, durante el aislamiento obligatorio, Simón dejó de entrenar y aunque le daban alternativas virtuales no le llamaban la atención. “Empezó a sentir el encierro y se volvió más irritable. Me decía que le daba pereza hacer deporte desde el computador y hacer tareas virtuales. Quería volver a ir a clase. Sentía mucho temor por las noticias, yo lo veía asustado por lo que estaba pasando en el mundo con tanta gente que se estaba muriendo”, recuerda la madre.

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Al volver a ese día, que no se borra de la memoria porque se les desgarró el alma y el cuerpo, como familia llegaron a la conclusión que lo que pasó fue por un impulso. “Habían muchas cosas circunstanciales en el entorno que hicieron que Simón tomara este impulso, porque para nosotros es eso, una frustración que no logró sobrellevar. Se frustró en el encierro. Tenía una noviecita y ya no la podía ver, no la podía cortejar. No podía ver a sus amigos y se fue cerrando su entorno. Pienso que las redes sociales influyen y hacen fácil que los muchachos tomen decisiones. Eso pasó el 25 de junio sobre las 7 de la noche, fue algo muy duro. No hubo nada que hacer, porque el ahorcamiento es algo muy rápido, son máximo dos minutos”.

Cuenta que una vez Simón murió, como mamá de inmediato pensó en engrandecer su nombre y decidió convertir su existencia en un legado para ayudar a otros niños que pasan por esas circunstancias.

Nace Simón a la Obra

“Siempre vi que mi hijo quería llegar lejos, así que inmediatamente pasó todo esto, pensé en engrandecer su nombre, sus sentimientos y me dije a mí misma que tenía que ayudar a otros niños a que puedan pasar por estas circunstancias. En menos de 26 meses me empezaron a llegar casos como el de un niño que porque usó la tarjeta de crédito de la mamá y se dio cuenta, se tiró por un 18° piso o de otro que por haber quebrado una pantalla, lo castigaron y al volverla a quebrar, se ahorcó. Eso fue por el miedo de los niños y los impulsos, porque se cierran a la frustración”, comentó Lila.

En medio del duelo, Lila decidió investigar sobre la salud mental y se encontró con que cada 40 segundos se suicida una persona en el mundo, tal y como lo indica la Organización Mundial de la Salud en el informe del 2019.

Con los días a Lila le empezaron a llegar historias de niños que estaban haciendo comentarios de que no le encontraban sentido a la vida y luego casos de suicidio que le empezaron a afectar. Decidió alejarse de las redes, pero de un momento a otro sintió que es Simón el que le está indicando el camino.

“Con Simón a la Obra, el arte de las emociones, buscamos por medio del arteterapia enseñar y proteger la vida de los niños, niñas y adolescentes al reconocer sus emociones y frustraciones. Que los niños desde los 5 hasta los 14 años puedan tener autocontrol”, explicó Lila, ahora presidenta de la Fundación Simón a la Obra.

Dentro del plan inicial está lograr llegar a instituciones educativas públicas o privadas, academias deportivas, organizaciones de salud mental y familias, para fortalecer la inteligencia emocional de los niños, niñas y adolescentes en las edades objetivo.

“Creamos esta fundación para prevenir sin tener que hablar del suicidio, porque es una palabra que genera que las personas salgan despavoridas, porque lo tienen como un tabú. Hay que hablarlo, pero hay que buscar la forma de hacerlo con los niños, porque no es fácil. Pero creo firmemente que si a un niño desde los 5 años se le enseña a través del arte qué es la inteligencia emocional, cómo tener empatía con tu entorno social y que las emociones pasan con el tiempo, que nunca se van a quedar, podemos cambiar lo que está pasando”, puntualizó Lila.

Sueña con que en 10 años pueda demostrar que los niños que intervendrá en su proyecto lograron aprender a manejar las frustraciones y que logró evitar el suicidio, aunque es consciente que hay muchos factores que inciden para que suceda. Además, que exista una política pública que incluya a la inteligencia emocional como una clase semanal en los colegios del país.

La frase

“Siempre vi que mi hijo quería llegar lejos, así que inmediatamente pasó todo esto, pensé en engrandecer su nombre”, Lila Restrepo Maya, presidenta Fundación Simón a la Obra.

La cifra

Más de 15 millones de niños, niñas y adolescentes esperan impactar a través de los talleres de arteterapia de la Fundación Simón a la Obra.

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