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“Queremos que el país guarde silencio para escuchar”: comisionado sobre el Informe Final

Dentro del Informe Final se encuentra el denominado Volumen Testimonial, un libro que guarda las voces en primera persona de quienes vivieron la guerra.

Comisionado Alejandro Castillejo. Comisión de la Verdad.

Ha pasado un poco más de una semana desde que la Comisión de la Verdad entregó al país su Informe Final, que reúne la historia del conflicto armado contada desde diversas voces, y para eso publicó una serie de libros y diseñó una narrativa transmedia que estará al servicio de todo el país, para que escuchen estas historias cuando quieran y cuantas veces quieran.

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Específicamente en el denominado ‘Volumen testimonial’, hay 260 historias contadas a lo largo de 512 páginas con las que buscan que “la palabra circule”.

Según la Comisión de la Verdad, este libro nació con el objetivo de congregar relatos en primera persona de quienes han vivido la guerra en el país. Así, se convirtió en la gran apuesta de memoria de la Comisión y estuvo a cargo del comisionado Alejandro Castillejo, quien asumió este reto tras el fallecimiento del comisionado Alfredo Molano.

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Entonces Castillejo Cuéllar, quien es especialista en Desarrollo y Paz de la Universidad de Jaume I, magister en Paz y Estudio de Conflictos de la European University Center for Peace Studies y doctor en antropología de The New School for Social Research, decidió hacer una reflexión profunda sobre lo que significa la escucha y para eso resignificó el papel de la Comisión de la Verdad como “una gran oreja”, dispuesta a escuchar.

Finalmente, el comisionado Castillejo contó a PUBLIMETRO que los colombianos encontrarán en este libro varias cosas importantes. “La primera de ellas es un esfuerzo por relatar y contar la guerra en Colombia desde otro punto de vista, desde el punto de vista de las víctimas, de los participantes, de las vidas cotidianas de ellos y lo que significó estar en medio de la guerra. Segundo, van a encontrar un relato de lo cotidiano, no van a encontrar historias de violencias literales porque la apuesta del volumen fue precisamente recoger el dolor de la gente, pero con la intención de entender cómo la violencia, cuando pasa el tiempo, se inserta dentro de la vida diaria y cómo la gente, desde esa vida diaria, construye futuro. Entonces, encontraremos historias de todo el mundo, finamente tejidas, para un país que necesita ver para adelante”.

Para que la palabra circule

Del total de volúmenes que componen el Informe Final, este Volumen testimonial es considerado un libro bisagra, que conecta los diversos capítulos desde los testimonios.

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“El libro está diseñado para que lo pueda leer un gran público. Son historias muy cortas para que puedan ser leídas por cualquier persona. En el documento se van a encontrar con 260 historias dentro de la gran historia del conflicto armado y son cortas para que puedan ser leídas y socializadas en un colegio, en la universidad, en el seminario, en los barrios, hasta en un bus”, explicó Castillejo.

Pero, de las cosas más importantes en este capítulo del Informe Final, es que en su estructura respetaron la oralidad y la diversidad lingüística de quienes contaron sus historias para honrar sus palabras.

“Está construido también sobre la idea de volver a hacer la palabra sacramental, darle un carácter sacralizado. En ese sentido, el libro es como cualquier otro libro sagrado: como la Biblia, el Corán, u otro texto sagrado, en donde la gente entra al texto por cualquier lado, por cualquier esquina. Es un libro que se puede trasegar, navegar, leer por pedazos, no volverlo a leer si se quiere. No está diseñado para un comienzo ni un fin. Cada historia en sí misma contiene un conocimiento profundo y es una reflexión política, ética, estética, filosófica y humana sobre lo que significa la vida en la guerra”, recalcó el comisionado.

Guardar silencio para escuchar

Finalmente, el comisionado resaltó que lo que se busca con estos libros y la transmedia es que el país guarde silencio para escuchar. “Siento que hemos escuchado demasiadas historias de dolor a lo largo de los años y nos hace falta aún escuchar más a fondo y tener esa disposición hacia la escucha de las historias de ‘los nadies’ tiene también la posibilidad de transformación en si mismo. Uno aspiraría a que eso fuera uno de los vértices que nos permitiera el diálogo entre distintos actores. Escuchar desinteresadamente, guardar silencio”, indicó.

De ser así, “reconociendo que también la experiencia de la guerra ha sido muy diversa y muy compleja, entenderemos que las heridas y las cicatrices que nos constituyen como nación, como identidad y como Colombia nos permiten reconocernos mutuamente. Y yo creo que si eso sucede, quizás podría haber una apertura hacia la conversación”.

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