Una tragedia enluta a Antioquia y a Colombia, luego que 16 estudiantes del Liceo Antioqueño de Bello murieron cuando el bus en el que regresaban de Tolú de celebrar su graduación de bachillerato, cayera a un abismo de más de 40 metros de profundidad. David Ruiz es uno de los estudiantes que salió ileso y que pudo pedir ayuda para que sus demás compañeros heridos pudieran ser atendidos.
Según reveló en una entrevista, no tenía asignado ese asiento y fue poco antes de salir que tomó la decisión de cambiarse.
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¿Cuál es el mejor puesto en un bus para salvarse en caso de accidente?
“Yo iba en la parte del medio del bus, entrando por la fila izquierda. Iba en el asiento que queda al lado de la ventana y siento que fue algo muy importante esa posición que yo tuve en el bus. Siento que fue algo muy, muy clave”, relató el joven.
Según contó, cambiarse de puesto fue una decisión espontánea, casi intuitiva, en medio del cansancio del viaje. “Da la casualidad de que yo me quise hacer ahí, porque inclusive ellos iban a otro lado. Eso fue por intuición, no sé si fue una señal divina, pero me cambié de silla para viajar un poco más cómodo y poder descansar”, explicó.
Mucho antes del accidente, David contó que estaban preocupados por el estado del vehículo y comentó que el bus presentó varias fallas mecánicas antes de continuar la ruta.
“Hubo la falla de la batería, hubo la falla del aire acondicionado y hubo la falla del motor. Yo alcancé a ver la batería, cómo la sacaban y cómo la recargaban con otro vehículo del mismo tipo”, señaló.
Aunque no fue reparado en su totalidad los estudiantes y acompañantes debieron continuar el trayecto y recuerda que el calor al interior del bus se volvió insoportable.
“Nos dijeron que nos subiéramos, pero el aire seguía exactamente igual. No había ninguna mejoría. El aire estaba caliente, el aire acondicionado no servía para absolutamente nada”, recordó.
Después relató que la situación los obligó a realizar una primera parada en una estación de servicio para que los estudiantes pudieran hidratarse. A estas condiciones se sumó, según el joven, la velocidad con la que se desplazaba el automotor.
“El bus siempre se mantenía a altas velocidades, me atrevo a decir que a más de 100 kilómetros por hora en todo momento”, dijo y agregó que para contrarrestar el calor dejaron las escotillas del techo y la puerta de ingreso de los pasajeros abiertas todo el tiempo.
“Lo que sigue después de ahí son estruendos, sonidos desgarradores, sonidos como si todo se estuviera destruyendo. Me golpeó por todo lado, el bus me empieza a voltear, siento golpes en el torso, en la espalda, en las piernas y en el cuello”, narró.
Después del impacto, y con pocas fuerzas, David recuerda que logró salir del bus junto a otros compañeros. “Después de un momento de no saber qué pasaba, salí del bus con las pocas fuerzas que tenía y logramos llegar a la vía”, reveló.
Comentó que el primer apoyo fue de un conductor de tractomula identificado como Freddy. “Hablé con Freddy ayer y le di las gracias. Le dije que hizo un papel muy fundamental en la situación que vivimos”, agregó.
David recién cumplió la mayoría de edad y sueña con convertirse en piloto de aviación para sacar adelante a sus padres. Tras el accidente, asegura que la vida le dio una nueva oportunidad, marcada por una decisión aparentemente simple: el puesto que eligió dentro del bus.

