El Día de Acción de Gracias avanza cada año como un reloj estacional que nunca falla basta con que noviembre cruce su umbral para que Estados Unidos empiece a oler a pavo asándose, a pan recién horneado y a hojas secas que crujen bajo los últimos fríos del otoño. Pero en Latinoamérica, esta no es una tradición común, aquí le contamos las razones.
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¿Qué se celebra el día de acción de gracias?
Aunque hoy su impacto cultural parece incuestionable, el origen de esta festividad se remonta al siglo XVII. La versión más extendida señala que en 1621, tras una temporada de cosechas prósperas, los colonos ingleses de Plymouth compartieron un banquete con los pueblos nativos Wampanoag (pueblo nativo estadunidense) como gesto de agradecimiento.
Ese encuentro fue reinterpretado con el paso de los siglos y transformado en un símbolo nacional. Con el tiempo, Acción de Gracias se consolidó como un día para reunir a las familias, expresar gratitud y compartir comida.
Hoy, más que un recuerdo histórico, es una celebración consagrada al encuentro y a la abundancia. El pavo horneado, el puré de papas, el pan de maíz, la salsa de arándanos y el pastel de calabaza se han convertido en emblemas del menú tradicional. También lo han hecho los grandes desfiles y, por supuesto, la antesala del consumo masivo el Black Friday, que marca el inicio de la temporada de compras navideñas.
¿Por qué esta celebración no es común en Latinoamérica?
Pero mientras en Estados Unidos el cuarto jueves de noviembre está marcado en rojo en todos los calendarios, en Colombia y en la mayoría de países latinoamericanos esta fecha pasa casi inadvertida.
La razón principal es histórica Acción de Gracias no forma parte de la herencia cultural de América Latina porque sus raíces están vinculadas a los procesos de colonización inglesa y a la construcción del imaginario nacional estadounidense. Los países latinoamericanos, en cambio, fueron moldeados por la colonización española y portuguesa, donde otras festividades religiosas y tradicionales tomaron protagonismo, como la Navidad, la Semana Santa o las celebraciones patronales.
A esto se suma que Acción de Gracias no responde a hitos compartidos por las naciones latinoamericanas. No conmemora fechas fundacionales ni sucesos relevantes para la región. Por eso, aunque su estética y sus imágenes se han difundido a través del cine, la televisión y las redes, no ha logrado arraigarse como una tradición propia.
En Colombia, por ejemplo, noviembre está más asociado a las primeras campañas navideñas, a las celebraciones escolares o a actividades locales, sin espacio para una fiesta cuyo sentido histórico no pertenece al país.
Sin embargo, en los últimos años algunas familias que viven fuera del país, o que han adoptado costumbres estadounidenses, celebran la fecha de manera privada. Aun así, para la mayoría de colombianos y latinoamericanos, Acción de Gracias sigue siendo más un referente cultural global que una tradición doméstica.

