La investigación espacial abarca muchos detalles del universo, desde detectar peligros potenciales para la Tierra hasta la planificación de viajes a diversos cuerpos celestes. Pero también está la búsqueda de nuevos territorios, algo que recientemente dio frutos ya que un grupo de científicos ubicó un exoplaneta compuesto por agua y roca que tiene ciertas probabilidades de tener señales de vida.
PUBLICIDAD
Esta investigación forma parte de un grupo de astrónomos en las islas Canarias, revelando que el cuerpo celeste tiene una composición casi igualitaria en lo que respecta a roca y agua, a diferencia de la Tierra en donde predomina este último factor.
Puede leer: La NASA desarrolló un artefacto para garantizar una gran cantidad de oxígeno en Marte
El exoplaneta está orbitando una estrella enana roja, que son el tipo más común de estrella y que constituye más del 70% de la población estelar del universo. Son pequeñas y frías, típicamente alrededor de una quinta parte de la masa del Sol y hasta 50 veces más tenues.
Y a pesar de estas condiciones atípicas, un estudio de 2020 reveló que las probabilidades de que un exoplaneta que orbite una estrella enana roja tenga alguna señal de vida son bastante altas.
Este nuevo cuerpo celeste puede entrar en la categoría de habitable, y además presentar señales de vida solo por el hecho de orbitar cerca de una estrella enana y por mostrar una gran presencia de agua. Sin embargo, muchos estudios deben ser realizados para poder determinar qué tan viables son los factores, según informa el portal Space.
Lea también: Científicos descubrieron cómo “crear” diamantes al investigar el clima de Urano y Neptuno
PUBLICIDAD
El coautor de estos estudios, Enric Pallé, astrofísico del Instituto de Astrofísica de Canarias, comentó que los pequeños planetas rocosos tienen una densidad “casi idéntica a la de la Tierra. Eso significa que sus composiciones deben ser muy, muy similares”.
En contraste, los planetas acuosos probablemente surgieron de material helado y nacieron lejos de sus estrellas, más allá de la “línea de hielo” donde las temperaturas de la superficie se congelan. Más tarde migraron más cerca de donde los astrónomos los detectaron.
