El estreno de Estado de fuga 1986 en Netflix volvió a poner en conversación el vínculo que existió entre el escritor Mario Mendoza y Campo Elías Delgado, el hombre que el 4 de diciembre de 1986 asesinó a 29 personas en Bogotá, en una serie de homicidios que culminaron en la recordada masacre del restaurante Pozzetto. Mendoza no solo presenció de cerca la transformación psicológica del asesino, sino que años después convirtió esa experiencia en el eje de una de sus obras más icónicas: Satanás.
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Mendoza y Delgado se conocieron mientras estudiaban en la Pontificia Universidad Javeriana. Coincidían en conversaciones sobre literatura, intercambiaban libros y compartían largas reflexiones sobre la naturaleza humana. Aunque no eran amigos íntimos, el escritor recuerda haber percibido en él una mezcla inquietante de aislamiento, tristeza y lucidez extrema. Esas impresiones lo marcaron profundamente, al punto de que, según ha dicho en varias entrevistas, “no era posible entender la masacre sin entender al hombre”.
La madrugada previa a los crímenes, Delgado intentó comunicarse con Mendoza para encontrarse con él. El escritor no acudió a la cita, un hecho que con los años describió como una especie de “salvación involuntaria”. Esa cercanía involuntaria con el asesino lo llevó a estudiar el caso durante años, hasta que en 2002 publicó Satanás, novela que retrata la caída física y mental de un hombre atrapado entre sus fantasmas, la soledad y una violencia contenida.
El impacto literario de esa experiencia se amplió cuando la novela fue adaptada al cine en 2007 y posteriormente a novela gráfica en 2018. Ahora, casi cuatro décadas después de la masacre, Estado de fuga 1986 retoma esa memoria desde una nueva perspectiva. Aunque el personaje inspirado en Delgado recibe el nombre de Jeremías Salgado, la serie recoge elementos de su personalidad y del ambiente de la Bogotá de los ochenta, con Mendoza como una de las voces consultadas para reconstruir la atmósfera de la época.
La producción, que se centra en un joven estudiante que observa la inquietante transformación del protagonista, busca reflexionar sobre los detonantes de la violencia, la salud mental y los silencios sociales que rodearon el caso. Mendoza ha insistido en que abordar este tipo de historias no es un ejercicio morboso, sino un intento de entender cómo la desesperación, la exclusión y la falta de acompañamiento pueden incubar tragedias.
Con su estreno, la serie vuelve a abrir una conversación incómoda pero necesaria: ¿qué llevó a un hombre aparentemente común a convertirse en uno de los asesinos más recordados del país?

