La reconocida presentadora y periodista colombiana, Margarita Ortega, ha conmovido a sus seguidores y a la opinión pública al compartir, en una reciente columna, la profunda experiencia tras la partida de su hijo Emiliano. La emotiva narración detalla el torbellino de emociones que ha vivido, una mezcla agridulce de felicidad por los nuevos rumbos de su primogénito y la inevitable tristeza de verlo emprender su propio camino.
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Este es el síndrome al que se está enfrentando Margarita Ortega
La decisión de Emiliano de casarse y establecerse en España ha marcado un antes y un después en la vida de Margarita. A través de una columna para la revista Semana, Ortega aborda uno de los momentos más desafiantes para cualquier madre: el instante en que los hijos, ya adultos, alzan vuelo. No se trata solo de la ausencia física, sino de la redefinición de un rol, de la adaptación a una nueva dinámica familiar donde la necesidad constante de su presencia se transforma en un anhelo de verlos felices e independientes.
La punzada de la nostalgia, la sensación de vacío que deja la ausencia de quien fue el centro de atención durante tantos años: “Siente felicidad por él, pero tristeza de dejarlo ir”, una frase que encapsula la esencia misma de este síndrome.
En su conmovedora reflexión, Ortega no solo habla del presente, sino que viaja al pasado, recordando con ternura los primeros años de Emiliano y, de manera especial, la primera vez que él se fue de casa. Este eco del pasado resalta la repetición de un ciclo vital, donde cada partida, aunque distinta, evoca la misma sensación de soltar: “Tu hermanita me acompañó con su despertar cuando te fuiste la primera vez y ahora que te vuelves a marchar me acompaña desde su renacer”, compartió.
La presentadora describe este periodo como una “segunda adolescencia” personal, una etapa de autodescubrimiento y adaptación en medio de la ausencia de su hijo. Es un momento para reevaluar la propia identidad y encontrar un nuevo propósito, mientras Emiliano se aventura a “conquistar el otro mundo, el del despertar de la tercera década, con una familia y con la valentía que siempre has tenido”.
Finalmente, Margarita Ortega toca una de las verdades más profundas y a menudo dolorosas de la maternidad: la paradoja de criar a los hijos para que se vayan. “Hijo, hay que ser honestos: uno nunca está realmente listo para dejar de ser necesario, y esa es la parte cruel y hermosa de la maternidad. Uno cría a los hijos para que se vayan”.

