Este domingo 1 de junio a las 6 p.m. se estrena la serie documental ‘Navegantes’, un recorrido cinematográfico por más de 3.000 kilómetros de ríos, ciénagas y comunidades en la Colombia profunda. A lo largo de cinco capítulos, la serie atraviesa nueve departamentos y más de 49 comunidades, capturando paisajes majestuosos y relatos cargados de sabiduría ancestral, cultura y resiliencia. Sin presentadores ni entrevistas tradicionales, la producción invita al público a vivir la experiencia de forma inmersiva, conectando con la relación entre los habitantes y sus territorios acuáticos en el Caribe, la Orinoquía y el Pacífico. Una coproducción de Señal Colombia y Buenavida Films. PUBLIMETRO habló con el director de la serie Óscar Darío Jiménez sobre este desafío documental.
¿Óscar, cómo comenzó la idea de crear ‘Navegantes’ y esta travesía por Colombia? R/ La idea de Navegantes nació mientras rodábamos la serie documental Aislados. En cada episodio, para llegar a los destinos más remotos, siempre había que navegar. Ese acto de movernos por el agua no era solo una necesidad logística: era una experiencia cargada de significado, un recordatorio constante de que en Colombia, muchas veces, los caminos no son de asfalto, sino de río, de mar, de ciénaga. Desde 2018, esa semilla se quedó flotando en mi mente: ¿y si contáramos las historias de esos territorios desde la perspectiva de quienes los habitan, de quienes navegan sus aguas? ¿Y si hiciéramos de la navegación no solo un medio de transporte, sino el hilo conductor de una serie documental?
Fue así como, durante uno de los rodajes de Aislados, decidí aventurarme y grabar el piloto de lo que sería Navegantes. Nos adentramos durante varios días en la selva amazónica a bordo de una pequeña embarcación equipada con un motor conocido como peque peque. Ese motor, tan rústico y confiable, es como el “4x4” de la selva: el único medio capaz de adentrarse en territorios donde ningún otro tipo de embarcación podría navegar.
Con ese piloto bajo el brazo, decidimos participar en el mercado de coproducción de Señal Colombia con un grupo de amigos que confiaron en el potencial que tenía la serie. Durante ese proceso, el formato fue madurando: entendimos mejor el tono, la estructura, la manera de narrar estas historias. Y fue gracias a ese trabajo que logramos ganar el mercado de coproducción, lo que nos permitió darle vida a la serie y embarcarnos en este viaje donde siempre este presente la aventura y un propósito.
En mi espíritu creativo, siempre ha estado presente el deseo de adentrarme en lugares aislados, de difícil acceso, donde la aventura no es un decorado, sino una forma de conexión profunda con la naturaleza, con las personas y con sus entornos. Para mí, Navegantes es eso: un viaje al corazón de los territorios olvidados, una invitación a mirar el país desde sus ríos, mares y ciénagas, y una búsqueda de esas historias que resisten entre las aguas.
¿Cuáles fueron los territorios que recorrieron con ‘Navegantes’ y qué verán los televidentes en Colombia?
R/ En Navegantes recorremos algunos de los cuerpos de agua más importantes y desafiantes de Colombia, territorios que reflejan no solo la riqueza natural del país, sino también la resistencia, la sabiduría y la vulnerabilidad de las comunidades que los habitan. A través de cada capítulo, los televidentes podrán descubrir paisajes remotos, historias de vida y realidades invisibles para muchos. La travesía por el río Vaupés, entre Mitú y Yavaraté, es una de las más difíciles y peligrosas del país. Son seis días de viaje atravesando 26 cachiveras (rápidos) y recorriendo casi 300 kilómetros en condiciones extremas. Es el viaje de Laura, una mujer indígena piratapuyo de 65 años, quien, junto a Jaider, un experimentado navegante, y su hija Mónica, emprende una odisea para reencontrarse con sus hermanos, a quienes no ve desde hace más de 20 años. Este capítulo muestra no solo los desafíos físicos de la ruta, sino también la fuerza de los lazos familiares y la conexión con la memoria del territorio. En el río Guaviare, acompañamos al Almirante Mafer, una embarcación que lleva más de 130 toneladas de víveres y materiales para abastecer a las comunidades entre San José del Guaviare y Puerto Inírida. Es una travesía de cinco días, en la que Fernando, el capitán, y Don Marco, el piloto, comparten sus saberes adquiridos en años de navegar sin formación académica, formados únicamente por el río, su gente y los golpes de la vida. Esta es una historia de sabiduría popular que está en riesgo de perderse con las nuevas generaciones. En la Chorrera, Amazonas, mostramos cómo las comunidades indígenas luchan por la seguridad alimentaria frente a la deforestación, los altos costos de los víveres y la lejanía de las zonas de caza. A bordo de embarcaciones impulsadas por el tradicional motor “peke-peke”, hombres y mujeres —entre ellos Manuel Zafiama, autoridad máxima de cuatro pueblos indígenas— viajan por el río Igara Paraná hasta las profundidades del caño Fuemaní en busca de alimento. Es una travesía que también es una lección de transmisión de conocimientos ancestrales a las nuevas generaciones, como Michelle, una niña de tres años. En la Ciénaga Grande de Santa Marta, acompañamos a un trío de pescadores que decide aventurarse a lo profundo de la ciénaga, una zona afectada por una crisis ambiental de más de dos décadas, en busca de una pesca que no han tenido en años. También seguimos a una enfermera que navega para llevar atención médica a lugares donde no existen servicios de salud, y a un hombre conocido como “Buseta”, quien transporta víveres a comunidades que dependen de su esfuerzo diario. Estas historias muestran la fragilidad de un ecosistema esencial y la lucha diaria por sobrevivir. En el río Atrato, una de las cuencas más importantes del país, acompañamos a Bernardino, guardián del río, junto a Wilson y Carlos, en un viaje río arriba desde la desembocadura hasta el lugar de la tragedia ambiental que llevó a la histórica sentencia de la Corte Constitucional en 2016, que reconoció al río como sujeto de derechos. Este recorrido permite escuchar las voces del río y las comunidades casi una década después del fallo, para entender qué ha cambiado, qué persiste y qué sueñan para su territorio. En definitiva, Navegantes es una serie que revela la Colombia profunda, esa que se mueve a través de sus ríos, ciénagas y caños, donde la navegación es una forma de vida, una lucha diaria, una tradición en peligro de desaparecer, pero también un acto de resistencia y esperanza. Los televidentes verán historias de resiliencia, saberes que se transmiten a pesar de las dificultades, y una realidad que nos invita a reflexionar sobre el abandono de nuestras vías acuáticas, tan vitales para el país como lo fueron los trenes y que, al igual que ellos, están en riesgo de quedar en el olvido.

¿Cómo escogió los lugares y territorios que visitó con Navegantes?
R/ La elección de los capítulos de Navegantes está profundamente ligada a los años de trabajo de campo de Buenavida Films. Esa experiencia nos ha permitido conocer de primera mano un sinfín de territorios, historias y temáticas, y nos ha brindado un mapa inmenso de posibilidades. Siempre he tenido una fascinación por adentrarme en lugares de difícil acceso, donde la vida transcurre al ritmo del agua, y esa inquietud es el motor de Navegantes. Una parte fundamental de mi proceso creativo es la exploración previa a través de los mapas satelitales. Paso horas navegando por plataformas digitales, siguiendo con la mirada los ríos, ciénagas, caños y costas de Colombia. Es un ejercicio casi obsesivo: seguir el curso de un río hasta perderlo en la espesura de la selva, descubrir una bifurcación que parece olvidada, o encontrar un caserío que apenas aparece en el mapa. Ahí es donde empieza el viaje. Cada río, cada cuerpo de agua en Colombia, es mucho más que una línea azul en el mapa. Son arterias vivas que conectan comunidades, transportan saberes y sostienen la vida en territorios que muchas veces permanecen invisibles para el resto del país. Y no es casualidad: Colombia es uno de los diez países con mayores reservas de agua dulce del mundo, y ocupa un lugar privilegiado a nivel global por la cantidad y diversidad de sus ríos. Somos un país de aguas, donde las corrientes no solo marcan la geografía, sino también la forma de vida de miles de comunidades. Cuando identificamos un río o un recorrido potencial, comenzamos una fase de investigación para comprender las particularidades de cada trayecto: quiénes lo habitan, qué historias se tejen a sus orillas, qué desafíos enfrentan esas comunidades, cuál es su vínculo con el agua. Esto nos permite construir un mapa más sensible y humano de cada lugar. Con esta información, emprendemos la búsqueda de los personajes que darán voz y alma a la serie. Cada uno de ellos es un navegante en su propio sentido: lancheros, pescadores, madres de familia, líderes sociales, guardianes del agua… Personas que han aprendido a leer los ríos como se lee un libro sagrado, que saben cuándo crece la marea, cuándo amenaza una creciente o cuándo el agua trae malas noticias. Luego, realizamos una avanzada para conocerlos, para escuchar sus historias de viva voz, y para entender cómo podemos narrar esos mundos desde su perspectiva. Porque Navegantes no es una serie sobre el agua como recurso: es una serie sobre el agua como vida, como memoria, como espiritualidad, y como territorio. Navegantes es, en esencia, un viaje por los cuerpos de agua de Colombia, pero también un viaje interior: nos confronta con la idea de que el agua no es solo un medio de transporte, sino el reflejo de un país diverso, complejo y profundamente conectado con su entorno natural.
¿Cuáles fueron los retos más difíciles de rodar ‘Navegantes’ en Colombia?
R/ Llegar a estos lugares fue un reto inmenso. Muchos de estos territorios son prácticamente inaccesibles: no hay carreteras, no hay vuelos comerciales, solo ríos, ciénagas y caños como única vía de comunicación. Lograr que el equipo técnico, los equipos de grabación y la logística funcionaran en condiciones tan adversas fue un desafío constante: superar cachiveras, sortear crecientes, reparar motores en medio de la selva o dormir donde tocara. Pero, sin duda, lo más difícil fue tener que dejar esos lugares. Despedirnos de la gente, de sus historias, de sus sonrisas sinceras, de su forma de vivir sin tantas preocupaciones materiales. Esos días de rodaje no fueron solo trabajo: fueron una inmersión en realidades que transforman tu manera de ver el mundo. Lo más duro no fue el cansancio, ni los mosquitos, ni las noches incómodas. Lo más difícil fue comprender que uno se tiene que ir, mientras ellos se quedan, y que esas vidas tan llenas de sencillez, sabiduría y dignidad muchas veces siguen siendo invisibles para el resto del país. Eso fue, quizás, el mayor aprendizaje y también el mayor reto: asumir que después de cada viaje había que volver, aunque una parte de uno quisiera quedarse navegando.

¿Cuál es el lugar más inhóspito de Colombia al cual llegó ‘Navegantes’ en esta temporada dónde pocas cámaras han llegado?
R/ Uno de los lugares más inhóspitos y desafiantes a los que llegamos fue el recorrido entre Mitú y Yavaraté, en el Vaupés. Es un trayecto de casi 300 kilómetros en el que hay que superar 26 cachiveras (rápidos), atravesando selvas espesas y territorios donde prácticamente no existe infraestructura, y donde la única forma de avanzar es confiar en la experiencia de los navegantes locales. Ninguna cámara había documentado este recorrido, no solo por su complejidad logística, sino también por el respeto que exige abordar los peligros de sus rápidos o cachiveras. Otro lugar único fue La Chorrera, en el Amazonas, donde acompañamos a las comunidades en un viaje por el río Igara Paraná hasta llegar a “la Piedra”, un lugar sagrado para los pueblos indígenas. Este recorrido es mucho más que un desplazamiento físico: es una travesía espiritual, una conexión con la tierra, con los ancestros, con la selva misma. Son lugares donde el tiempo parece tener otro ritmo, y donde se sienten las cicatrices del abandono, pero también la fuerza de la resistencia cultural. Son territorios donde pocas cámaras han llegado, porque implican no solo una logística compleja, sino también una sensibilidad especial para entender, escuchar y respetar lo que allí sucede. Y por último, un viaje verdaderamente épico: la ruta de San José del Guaviare a Inírida, a bordo del Almirante Mafer, un barco de carga que recorre más de 1.100 kilómetros por el río Guaviare. Este viaje conectó lugares tan remotos que ninguna cámara había llegado antes. Fue una odisea de 5 días, sorteando crecientes, lluvias torrenciales, y zonas de conflicto, en donde la vida de los tripulantes se teje entre el esfuerzo, la tradición oral y la incertidumbre. Este viaje reveló lo que significa depender completamente de los ríos como única vía de comunicación, y cómo la navegación es todavía, para muchas comunidades, la única manera de existir.
Colombia es un país de agua ¿Qué le dejó como reflexión a usted como director de este país que también se mueve en sus ríos y ciénagas?
R/ Navegantes me dejó una reflexión muy profunda sobre Colombia: somos un país que le ha dado la espalda a su geografía acuática. Como dice Wade Davis, olvidamos que los ríos son las verdaderas carreteras de este país, así como también dejamos en el abandono nuestras vías férreas. Nos hemos enfocado en el desarrollo de carreteras y autopistas, pero hemos dejado de lado las rutas que han conectado a las comunidades durante siglos: los ríos, las ciénagas, los canales. Ese abandono no es solo físico, es también cultural, histórico y social. Como director, entendí que navegar en Colombia es mucho más que recorrer un río: es enfrentarse a la realidad de un país donde las aguas han sido vías fundamentales para el transporte, el comercio y la vida cotidiana, pero que hoy están en el olvido. En muchos lugares, la única manera de llegar es por agua, y esa realidad nos habla de un país que aún no se comprende completamente a sí mismo. Navegantes también me enseñó que, al igual que en los ríos, no podemos controlar todo. La navegación es impredecible: puedes planear un recorrido, pero si el río crece o baja, si se taponan los caños, si hay una creciente inesperada, debes adaptarte. Eso me hizo comprender que el agua tiene sus propias leyes, que debemos respetar sus tiempos, y que como equipo de producción, no podíamos imponer una mirada externa, sino abrirnos a lo que los ríos y las comunidades nos iban mostrando. La mayor lección fue entender que los cuerpos de agua en Colombia son mucho más que un paisaje: son caminos de vida, sostenes de culturas, memoria viva de territorios que siguen resistiendo a pesar del olvido. El mayor riesgo no es perderse en un caño o encallar una lancha: el mayor riesgo es no entender que, para habitar y contar estas historias, hay que dejar que las cosas fluyan como los ríos, adaptarse y respetar la sabiduría de quienes viven de y para el agua.
Créditos de la serie documental ‘Navegantes’
- Dirección General: Oscar Darío Jiménez Escrucería
- Co-dirección: Alejandro Beltrán Olivero
- Producción General: Diana Moreno, Lizeth Rodríguez L.
- Idea Original - Formato Serie: Oscar Darío Jiménez Escrucería
- Guion: Alejandro Beltrán Olivero
- Investigación: Lizeth Rodríguez L., Adriana Bernal
- Productores de Campo: Leison Hachito Gamboa, Lizeth Rodríguez L., Diana Moreno
- Dirección de Fotografía: Oscar Darío Jiménez Escrucería, Libermán Arango
- Cámara: Alejandro Beltrán, Oscar Darío Jiménez Escrucería, Libermán Arango
- Primeros de Cámara: Alfredo Meneses Molino, Diego Izquierdo Obando, Juan Carlos Cervantes
- Sonido Directo: Carlos Cantor Avila, Jair Enrique Mejía, Daniel Montes Romero, Miguel Ángel Restrepo Torres
- Montaje: Wilfer Carrillo Romero, Alejandro Beltrán Olivero, Oscar Darío Jiménez Escrucería
- Diseño Sonoro: Wilfer Carrillo Romero
- Música Original: Felipe Di Franco
- Diseño Gráfico y Animación: Andrés Huertas, Equipo Gráfico Buenavida Films
- Corrección de Color: Pedro Pablo Pachón

