En la era digital, la tecnología se ha arraigado profundamente en nuestras rutinas diarias, desde el despertar hasta el momento de descanso. Los dispositivos tecnológicos se han convertido en herramientas esenciales tanto en el ámbito laboral como en el personal, facilitando diversas actividades de nuestra vida cotidiana.
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En este contexto, la popular plataforma YouTube se erigió como pionera en 2010 al introducir opciones que permiten a los usuarios optimizar su tiempo al reproducir contenido a velocidades hasta el doble de la original. Esta funcionalidad, adoptada posteriormente por diversas aplicaciones, ha revolucionado la forma en que consumimos contenido audiovisual.
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Sin embargo, a pesar de las ventajas de esta práctica, ha surgido una creciente preocupación entre los expertos respecto al impacto que el speedwatching, o visualización acelerada, puede tener en la salud mental. Este hábito virtual, cada vez más común entre los jóvenes, implica consumir películas, series, videos o audios a velocidades aceleradas con el objetivo de completar la actividad más rápidamente.
Incluso videos explicativos de universidades han adoptado la opción de acelerar su velocidad de reproducción. Aunque esta práctica permite el consumo eficiente de contenido extenso en menos tiempo del previsto, psicólogos y expertos en salud mental señalan que constituye un hábito perjudicial.
Según un artículo de la Universidad Abierta de Cataluña, el fenómeno del speedwatching encuentra su explicación en el “Fear Of Missing Out” (FOMO), que denota la necesidad de consumir la máxima cantidad de contenido para evitar sentirse excluido de diversas temáticas.
Los efectos del speedwatching en la salud son motivo de preocupación para los especialistas. La estimulación rápida y continua obstaculiza la realización de esfuerzos mentales adecuados, afectando el procesamiento de la información de manera diferente a la velocidad original.
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Un estudio de la Asociación Americana de Psicología (APA) reveló que aquellos que visualizan videos a 1.5 veces la velocidad normal comprenden un 30% menos del contenido en comparación con quienes lo reproducen a la velocidad estándar.
Además, los expertos sostienen que la sobreinformación generada por este fenómeno puede incrementar significativamente los niveles de estrés y ansiedad. La velocidad a la que el cerebro recibe múltiples estímulos dificulta un procesamiento adecuado, por lo que se aconseja evitar o limitar esta práctica en la medida de lo posible, promoviendo así una salud mental equilibrada en la era digital.