Otra exhibición, la enésima de Kylian Mbappé esta temporada, condujo al París Saint-Germain hacia la victoria sobre el Lorient, que sucumbió 5-1 frente a una exhibición de quien en estos momentos es, sin duda, el jugador más decisivo del mundo.
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Mbappé volvió a dejar su sello en la Ligue 1. Nadie puede frenarle. Este domingo, demostró su fortaleza mental tras una semana en la que dio calabazas a Qatar tras declinar su invitación a participar en el sorteo del Mundial. Tensó un poco más la cuerda en su relación con la cúpula qatarí y con su presidente Nasser Al-Khelaïfi. Nada de eso afectó nada a su rendimiento sobre el césped.
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Frente al Lorient, Mbappé, junto a Neymar y Messi, volvió a capitalizar casi todas las acciones de su equipo. Cuando acabó el choque, dejó un triplete de asistencias y un par de goles para el recuerdo con los que demostró que es el mejor. No solo marca, también juega y hace jugar. Y suyas fueron las asistencias con las que Neymar y Messi engordaron sus estadísticas anotadoras.
Su rival de este fin de semana, el Lorient, apenas inquietó durante unos minutos de la segunda parte. Justo cuando el cuadro parisino cometió uno de sus pocos errores. Fue de Achraf Hakimi, que cedió muy mal una pelota a Donnaruma que no desaprovechó Teremas Moffi para reducir distancias en el marcador y colocar un inquietante 2-1 en el Parque de los Príncipes.
Esa acción fue un espejismo, porque hasta ese momento, y después, el París Saint-Germain arrasó. Primero, con el tanto de Neymar, que se quedó no falló un mano a mano ante el portero del Lorient gracias a un gran pase filtrado por Mbappé; y, segundo, con el primer tanto de Mbappé, que con un latigazo junto a la base del poste de la portería defendida por Matthieu Dreyer, aumentó la renta.
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Después, por si había dudas con el tanto de Moffi, Mbappé se encargó de disiparlas. Apareció de nuevo para hacer lo que hace siempre: lo que le da la gana. Dribló a un rival al borde del área como si fuera un muñeco y, con un zapatazo inapelable, marcó el tercero de su equipo.
Y, para dejar claro que el cambio generacional es total, fabricó el cuarto con una arrancada espectacular desde su campo que terminó en la línea de fondo con una cesión atrás para que Messi se uniera a la fiesta. Antes, era el argentino el creador artístico y el matador. Ahora, las tornas han cambiado. Mbappé, ha tomado el testigo.
La noche perfecta para el París Saint-Germain la remató Sergio Ramos, que después de 72 días lesionado volvió a jugar. Sustituyó a Marquinhos a veinte minutos del final y, como Neymar y Pochettino, escuchó silbidos. Pero fue una anécdota en el día en el que el omnipresente Mbappé, que aún tendría tiempo de estrellar un balón en un palo y de asistir de nuevo a Neymar, demostró que no tiene límites. El mundo está a sus pies y el PSG, al ritmo de su estrella, saca doce puntos al segundo clasificado, el Marsella.
EFE