Hablar del cuerpo no debería ser difícil, pero para muchas niñas y adolescentes aún lo es. Enfrentar la pubertad sin información puede generar miedo, vergüenza o silencio. Por eso, contar con educación clara y cercana marca una gran diferencia. Eso es lo que ha hecho Nosotras durante más de tres décadas: llegar a los colegios del país con herramientas pedagógicas, kits de cuidado íntimo y una conversación abierta sobre los cambios que trae el crecimiento.
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En su aniversario número 50, la marca Nosotras celebra más que años: celebra un compromiso educativo que ha impactado profundamente la manera en que niñas, niños y adolescentes enfrentan la pubertad en Colombia. Lo ha hecho a través de una campaña que entra a salones de clase en colegios públicos y privados, donde por generaciones hablar del cuerpo era sinónimo de silencio. Hoy, en esos mismos salones, se enseña que menstruar no es una vergüenza, sino una señal de salud.
Más de 17 millones de estudiantes han sido sensibilizados en 28 departamentos y 235 municipios, a través de más de 2.500 instituciones educativas, especialmente en comunidades y territorios vulnerables. Además, la campaña ha generado más de 1.000 empleos directos e indirectos, consolidándose como un ejemplo de sostenibilidad social en el tiempo. Anualmente, la marca sigue visitando alrededor de 2600 colegios, 80% instituciones públicas y 20% privadas.
La iniciativa no solo ofrece educación con enfoque científico y sin tabúes, sino que entrega un kit completo de cuidado íntimo con toallas, tampones, protectores, jabón, calendario menstrual y una revista educativa. Todo lo necesario para que las jóvenes vivan su ciclo con dignidad y seguridad.
La educación íntima no es exclusiva de mujeres
Nosotras le habla también a niños y adolescentes hombres, porque entender el cuerpo propio y ajeno es clave para crecer con empatía y respeto. Entender los cambios físicos y emocionales desde edades tempranas previene el miedo, fomenta el respeto y crea espacios donde se puede hablar sin vergüenza.
Cada año, esta campaña recorre el país desde San Andrés hasta el Amazonas, pasando por municipios como Istmina, Tumaco, Baranoa o Roldanillo. Es un trabajo constante, que no distingue entre ciudad o ruralidad, porque el derecho a la educación sobre el cuerpo no debe depender del código postal.
