Eduardo Frontado es un joven de 33 años cuya misión en la vida es lograr que todas las personas, incluyendo aquellas que tienen cualidades distintas, sean tan felices como él lo ha sido. El camino a la inclusión laboral contada por un joven con parálisis cerebral.
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Nació en Caracas, Venezuela, donde estudió Comunicación Social y se especializó en el área organizacional. Ha trabajado para importantes empresas, como la multinacional de consultoría estratégica Accenture, donde fue pionero del programa “Sin Barreras”, y hoy trabaja a diario por un mundo inclusivo y libre de etiquetas, en donde cada ser humano pueda participar de forma igualitaria y equitativa en todos los aspectos de la vida al máximo de sus capacidades y deseos.
Al nacer, fue diagnosticado con parálisis cerebral, enfermedad que no le impidió disfrutar de una vida digna y de una educación de calidad. Por el contrario, esta condición lo llenó de motivación para salir adelante y convertirse en todo un referente en temas de inclusión laboral para personas con discapacidad.
“Nadie es absolutamente discapacitado. Yo uso mi experiencia de vida para llevar un mensaje de inclusión que también contenga la motivación, porque muchas veces las personas que tienen cualidades distintas abordan la inclusión y la vida desde el victimismo. Y no hay que ser víctima, yo he hecho lo que yo he querido en mi vida. Yo he sido feliz teniendo una parálisis cerebral en la región central y teniendo un diagnóstico por el que no daban un peso por mí”, cuenta Eduardo.
Y es que, en medio de múltiples diagnósticos errados, los médicos decían que Eduardo jamás hablaría, jamás se movería y que viviría máximo hasta los cuatros años, edad a la que fallecería en medio de ataques de epilepsia. Pero su madre, Teresa Sánchez, se aferró a la esperanza de que esto no sería así y comenzó a llevarlo a terapias de estimulación temprana y a hacer todo lo que estaba en sus manos para estimular su cuerpo y mente. Incluso tuvo que luchar contra su familia, que le insistía en que todo su esfuerzo era en vano.
“Pero Eduardo comenzó a hablar antes de cumplir un año de edad, cuando se supone que nunca lo haría. De hecho, su primera palabra fue una grosería en medio de una pelea con sus hermanos mayores, que acompañó con un gesto ofensivo con sus manos. A los dos años de edad había que buscar de dónde ‘desenchufarlo’ para que dejara de hablar”, cuenta Sánchez.
Hoy Eduardo no solo tiene una mente brillante, también es una persona absolutamente independiente. Aunque su movilidad es limitada siempre le saca provecho a su silla de ruedas, y hasta se ha valido de ella para hacer algunas picardías y salirse siempre con la suya.
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Es por esto que él y su madre aconsejan jamás limitarse al diagnóstico dado por un médico y nunca enviar a una persona con discapacidad a lo que ellos denominan como ‘el cuarto del loco’.
“Uno de los descubrimientos más importantes en mi vida fue constatar que personas como yo, tanto en mi país como en varios lugares del mundo, son confinadas desde que nacen a vivir prácticamente en reclusión, sin acceso a ningún tipo de educación y de vida social, pues su existencia misma es motivo de vergüenza para su familia. Es mi ilusión y propósito el poder sacar a miles de niños y niñas que actualmente viven en situaciones como la de ‘el cuarto del loco’, teniendo en cuenta que, para lograrlo, es necesario derribar primero las barreras excluyentes que habitan en la mente de las personas y que se arraigan al interior del hogar, pues la discapacidad, más que un atributo o condición personal, es ante todo una construcción social”, dice Frontado.
Cinco tips para abordar la diversidad y la inclusión
- No aplicar el modelo ‘incluir excluyendo’. «Es decir: te incluyo porque tengo un beneficio tributario, pero te excluyo de los roles». Esto es, en la práctica, otra forma de discriminación y exclusión, pues reduce a los empleados en aparente condición de discapacidad a un rol meramente decorativo dentro de las empresas, pues los contratan para que cumplan con un requisito legal o para que no se sientan tan inútiles.
- Muchas personas y empleadores desconocen que existe una amplia serie de programas tecnológicos que les permite a las personas con habilidades especiales desenvolverse con normalidad en un entorno laboral, dependiendo de su necesidad, ya sea que tengan movilidad reducida, sean ciegos o incluso sordos.
- El mito sobre la accesibilidad al sistema inclusivo. Muchas veces se cree que se necesitan importantes adaptaciones a un espacio para que las personas con habilidades especiales se puedan desenvolver, y aunque seguramente hay que hacer algunas adaptaciones, no son muy significativas.
- Tener empatía. “Hay tres tipos de personas que te abordan cuando tienes cualidades distintas. Las personas que te tratan duramente y con desprecio porque creen que eres un manipulador, las personas que te tratan con lástima, y las personas que realmente te valoran. El reto es integrar a un ser humano con cualidades distintas a un equipo, esa es la función de un verdadero líder. Ser empático se trata de entender la diversidad y sacar lo positivo de ella».
- El mito de la productividad: Una empresa incluyente es más productiva porque las personas con cualidades distintas son capaces de sensibilizar al resto del entorno para que la empatía se haga una realidad. Además, son tan pocas las oportunidades que las personas con habilidades especiales tienen para interactuar, que forman un patrón de agradecimiento, lo que ha sido comprobado a través de muchos estudios.