Treinta agentes del Esmad hacen parte de estos cursos, que buscan dar cuatro horas de «calma y reflexión».
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El aroma de incienso y los golpes de un tambor chamánico llevan a un grupo de policías colombianos a un estado de profunda relajación guiados por un mentor en talleres de yoga, meditación y «mindfulness» para enseñarlos a manejar sus emociones y reacciones en momentos de estrés.
Son cuatro horas de calma y reflexión para 30 agentes del Esmad de la Policía colombiana, quienes vestidos con ropa deportiva y tendidos sobre colchonetas distan de la imagen ruda que exhiben en las calles. Se adentran en un programa pedagógico en Medellín, que busca reducir los niveles de violencia y educar para la paz.
«Ellos tienen unas situaciones muy particulares que emocionalmente pueden ser fuertes y pesadas; estos encuentros buscan proporcionar unas herramientas para que puedan de forma consciente saber cómo reaccionar en ese instante y cómo abordar esa emoción que llega», explicó a Efe Felipe Zapata, mentor en meditación.
Esta terapia para la mente, desarrollada en un ambiente de total armonía, contrasta con los días convulsionados que ha vivido el país por las violentas manifestaciones contra la brutalidad policial. Estas comenzaron por la muerte de Javier Ordóñez, reducido con exceso de fuerza y el uso prolongado de una pistola eléctrica Táser por dos agentes durante su arresto en Bogotá.
Escape en época de conflicto
Para la patrullera Zulay Romero, única mujer del grupo y quien aventaja a sus compañeros en el segmento de yoga, estos talleres le permiten salir de la monotonía y hallar un poco de tranquilidad.
«En esta época que ha sido de bastantes conflictos y disturbios nos sirve para cambiar la rutina», expresó a Efe Romero, integrante del Esmad, considerada la fuerza más temida para disolver manifestaciones en Colombia
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Romero, nacida en Cúcuta hace 32 años, comparte la actividad junto a su pareja. «Él me acompaña diariamente, vivimos muchas emociones juntos en los procedimientos y manejamos el mismo estrés, pero a la vez nos relajamos en este tipo de actividades», cuenta.
Romero, que evita opinar sobre los últimos episodios de violencia policial, manifiesta que desde muy pequeña le gustó la policía, pero desarrolló un interés particular por este escuadrón para probar «que las mujeres estamos en la misma capacidad que los hombres».
Al igual que su compañera, quien destaca las charlas y la meditación por ayudarla a entrar en «un nivel de consciencia diferente al que se está acostumbrado», el patrullero Andrés Felipe Correa ve en este ejercicio la posibilidad de liberarse de días complejos en una labor como agentes del Esmad, que escogió para «servir al pueblo» y que ve como una «ideología».
«Nos distraemos y salimos de la rutina, del estrés del trabajo, de los insultos de la gente en la calle ya que esta sociedad es muy ingrata con los servidores públicos», manifiesta Correa.
El patrullero señala que en la escuela de formación policial con frecuencia les hablan de «la mentalidad y las emociones», así que en este taller no camina por un terreno desconocido.
«Esto (el taller) nos hace reflexionar sobre el comportamiento y entender sobre consciente y subconsciente, y ver hasta dónde puede llegar la mente y ver qué podemos hacer con los pensamientos», dijo el uniformado.