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Hombre repite viaje en bicicleta a Río para ver los Olímpicos

La dureza del viaje en bicicleta de casi 2.900 kilómetros que hizo en 2014 para hinchar por Argentina en el Mundial y una caída que lo tuvo medio mes parado no desanimaron al argentino Daniel Amadeo Baquin para cumplir el sueño de volver nuevamente en bici a Río de Janeiro para ver los Juegos Olímpicos.

Y lo hizo en un modelo antiguo y pesado que heredó de la familia y que cuenta con una gran cesta al frente en donde carga todo lo que necesita para pasar varios meses fuera de casa, desde barraca y bolsa de dormir hasta fogón y ollas.

Sin entradas para ninguna de las competiciones de los Juegos Olímpicos que Río de Janeiro inauguró el viernes pero dispuesto a aprovechar las que son disputadas al aire libre, como el maratón y las pruebas de ciclismo en ruta, Amadeo Baquin circula en su bicicleta por los lugares más turísticos de esta ciudad brasileña en busca de compatriotas o de cualquiera que escuche su historia.

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«Ha sido maravilloso. Salí de Córdoba el 15 de abril y llegué a Río el 21 de julio. Fueron tres meses y siete días de viaje. Vine a los Juegos Olímpicos. Ha sido un viaje maravilloso, mas allá de las cosas que te pasan, y te puede pasar muchas cosas en ese tiempo», relata a Efe en la playa de Copacabana, frente a unos enormes anillos olímpicos de plástico que atraen a miles de turistas para tomar fotos.

Amadeo Baquin, de 55 años, que trabajaba como casero en una finca en Córdoba, siempre tuvo el sueño de conocer Río de Janeiro y decidió hacerlo realidad en abril de 2014 cuando, aprovechando unas vacaciones, decidió viajar a Brasil para animar a la selección de su país en el Mundial de fútbol en el que la de Argentina fue subcampeona.

Hace dos años, sin embargo, su viaje sólo demoró un mes y cinco días y se reunió con los miles de argentinos que invadieron Río el Mundial a quienes cobraba algunos pesos por permitir que se sacaran una fotografía a su lado para ayudarse en el sustento.

En su primer viaje no sufrió un accidente que lo atrasara y viajó directamente por las carreteras del interior del país, cuyo trazado más directo reduce el número de kilómetros.

Este año, sin embargo, quiso conocer el litoral brasileño, un trayecto más largo.

«Es la segunda vez que vengo en bicicleta. La primera vez fue en el 2014 en la Copa del Mundo. Vine por la (autopista) Dutra y entonces dije que, si regresaba algún día, volvería por el litoral. Una maravilla», aseguró.

Pese a que carga todo lo que necesita para dormir y alimentarse, en su primera estadía en Río de Janeiro se hizo amigo de un reparador de llantas que le dio alojamiento por varias semanas y esta vez consiguió otro brasileño que lo acogió en casa.

«Llevo barraca, llevo bolsa de dormir, colchón inflable, fogón, llevo todos los aparatos para hacer de comer. Duermo en los puestos de servicio, pero aquí, cuando llegué a Río, me han dado donde vivir. Quiero pagar y no me quieren recibir. Me dicen: No, argentino coraje. No lo puedo creer», asegura.

Aunque pretende quedarse en Río hasta el final de los Juegos Olímpicos, no sabe si conseguirá porque le quedan pocos recursos.

«Me quedé con muy poco dinero porque me lesioné en Maresias (ciudad en el litoral del estado de Sao Paulo). Me fallaron los frenos y me caí. Impresionante. Me quedé 18 días mejorándome de golpes que tengo. Lo más lindo fue que no me fracturé. Dije que iba a seguir y seguí. Llegué a Río de Janeiro por segunda vez. La verdad fue grande. Me enaltece porque yo quería llegar de nuevo en bicicleta y lo hice», se enorgullece.

En Maresias tuvo la oportunidad de conocer al surfista brasileño Gabriel Medina, campeón mundial de surf el año pasado.

El aventurero afirma que su viaje también es para promocionar los beneficios de beber agua, hábito que, asegura, le ha permitido vivir sin ninguna enfermedad y sin tomar ni una aspirina en los últimos 25 años.

«Ando promocionando que la gente tome agua. Yo tomo diez litros de agua por día. No me privo de cachaza, whisky, caipirinha, comida… Todo lo que tu quieres. Pero después tomo diez litros de agua. Hace 25 años no me tomo una aspirina para el dolor de cabeza. No tengo estrés», garantiza.

La otra intención del viaje, agrega, es ver los mejores deportistas del mundo en los Juegos Olímpicos.

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