Podemos elegir el agua que nos tomamos y los alimentos que consumimos, pero resulta imposible hacer lo mismo con el aire que respiramos. ¿Se ha preguntado alguna vez de qué calidad es el aire de la capital vallecaucana que le llena los pulmones cada día? Más allá de que algunas veces le huela a humo y otras le haga sentir que está caminando en el paraíso, existen unos parámetros básicos que invitan a conservar la calma o a encender las alarmas.
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Para monitorear la calidad del aire en Santiago de Cali, el DAGMA tiene instalado un sistema de vigilancia conformado por nueve estaciones, que se encuentran distribuidas en distintos puntos de la ciudad. Según el informe más reciente presentado por la entidad, que corresponde a los primeros cuatro meses del año, todas las estaciones reportaron un Índice de Calidad del Aire (ICA) entre ‘bueno’ y ‘moderado’, las dos categorías superiores según los criterios de referencia.
Entrando en detalles, dicho informe demostró que la estación ubicada en la Universidad del Valle fue la que presentó más días con una Índice de Calidad de Aire (ICA) ‘moderado’ (70 en total). Los 50 días restantes se registró un ICA ‘bueno’.
“No podemos confirmar las causas exactas de estos días con ICA ‘moderado’, pero en la zona se percibe mucho olor a quema agrícola y esto puede ser uno de los contaminadores del aire. A veces hemos encontrado problemas por requema en Puerto Tejada y por la zona del Club Cañasgordas, cercanas a donde está la estación de la Universidad del Valle”, afirmó Gissela Arizabaleta, jefe del grupo de Calidad del Aire del Dagma.
A las zonas con la calidad del aire ‘menos buena’ le sigue el barrio Compartir, en el Distrito de Aguablanca, que durante el mismo periodo registró un total de 52 días con ICA ‘moderado’ y el resto con ICA ‘bueno’. Al otro extremo de la medición está el barrio La Flora, en el que todos los días se tuvo una calidad de aire buena.
¿Y cómo se contamina el aire? Por la presencia de materiales particulados y gases como el dióxido de azufre, el dióxido de nitrógeno y el ozono que, sin saberlo, respiramos a diario. Estos compuestos provienen, sobre todo, de la quema de combustible que necesitan realizar los vehículos para poder funcionar.
Sin embargo, no hay motivos para encender las alarmas. Ninguno de los puntos de monitoreo que están repartidos en toda la ciudad ha reportado cifras de contaminación que excedan las normas diarias establecidas a nivel nacional. Un caso particular sucedió hace un par de años cuando la estación ubicada en Univalle informó sobre un aire con una calidad dañina para la salud, pero fue por un suceso particular.
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Para mantener una buena calidad del aire en la ciudad, desde el Dagma y otras instituciones interesadas se están promoviendo estrategias como la realización de operativos de control e inspección vehicular en la vía pública. En lo que va del 2017 se han realizado 30 de dichos operativos, en los que se han inspeccionado 4040 vehículos y sancionado 361.
Por otro lado, la autoridad ambiental adelanta un programa de conducción eficiente que, a través de actividades de formación, busca promover técnicas de conducción amigables con el ambiente que a su vez permitan ahorrar gastos en combustible y mantenimiento, y aumentar la seguridad vial y el bienestar del conductor.
“Tenemos un plan de aire limpio en la ciudad con el fin de que nos preparemos y sigamos con un crecimiento económico sostenible que no nos afecte en temas de salud. Una de las acciones necesarias es racionar el uso del transporte, hay gente que usa el carro hasta para ir a la tienda. Es mejor programar los viajes para no hacer tantos recorridos, porque así ahorra se dinero y también se evita contaminación y congestión”, agregó Arizabaleta.
Otra de las estrategias promovidas por el Dagma es el control y seguimiento a los Centros de Diagnóstico Automotor, que se encargan de realizar las revisiones tecnicomecánicas y de emisión de gases, así como la promoción del uso de la bicicleta como medio de transporte 100% amigable con el ambiente.
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Sin embargo, es precisamente en este punto donde se presentan algunos inconvenientes. Bayron Henao, ciclista frecuente, asegura que uno de los males que agobian a quienes han elegido la bicicleta como medio de transporte es precisamente la polución que abunda en las calles. A falta de ciclorrutas, los ciclistas deben andar por las mismas vías de los vehículos motorizados y respirar todo el humo que estos dejan a su paso.
Por fortuna, este último ‘lunar’ que espera solucionarse con la construcción de más vías para las bicicletas no empaña el hecho de que Cali tenga un aire de óptima calidad. No podemos elegir qué respiramos, pero estamos respirando algo bueno.