El cultivo de algodón ha empezado a renacer en las fértiles tierras del departamento de Valle del Cauca por cuenta de campesinos animados por los menores costos y la posibilidad de encontrar mercado en un país que importa el 80 % de este producto para su industria textil.
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Rodrigo Valderrama, un productor cuya familia se dedicó por más de 40 años a cultivar algodón, es uno de los pioneros de esta siembra en una zona próxima a Roldanillo, norte del Valle del Cauca, departamento donde ya son 298 las hectáreas en producción.
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En medio de plantaciones de caña de azúcar, cultivo predominante en la zona, se asoman los primeros copos blancos en 3,8 hectáreas sembradas con algodón genéticamente modificado resistente a las plagas, propiedad de Valderrama.
«Mi padre toda la vida sembró algodón y dejamos de producir porque se presentaron unos problemas muy graves (…) con las plagas como el gusano rosado y Heliothis, así como alabama, que también es muy agresivo», relató el cultivador.
Valderrama indicó que decidieron abandonar estos sembrados después de que se requirieran hasta 24 aplicaciones de insecticidas y fungicidas para obtener la cosecha al cabo de seis meses.
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«Llegó el momento en que no se pudo seguir porque las aplicaciones eran muy grandes, mucha cantidad, y los costos muy elevados entonces se corría el riesgo de perder mucho dinero porque una aplicación química es muy costosa», relató.
Pero este año se abrió la opción de sembrar algodón transgénico, cuyo mantenimiento ha requerido de dos aplicaciones generales para controlar el insecto conocido como «picudo», cuya aparición no es prevenida por estos cultivos, lo que obligó al uso de aplicaciones químicas dirigidas únicamente para esta plaga.
“El costo promedio de aplicación (de químicos) en un algodonal es de $200.000 por hectárea», detalló el campesino, quien apuntó que con esta producción se ahorró 22 aplicaciones para mantener el cultivo.
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Según dijo, la rentabilidad de este tipo de cultivos «es muy grande». «Estamos hablando de una rentabilidad de alrededor del 45 % de la inversión mientras que en el maíz es del 25 %», añadió.
Valderrama se declaró de «mentalidad abierta» al defender su decisión de sembrar algodón genéticamente modificado.
«Con tecnologías como la del algodón estamos contribuyendo a que no haya tanta contaminación por el uso excesivo de químicos», afirmó para señalar que aunque el costo de una semilla transgénica puede ser tres veces mayor que la convencional, «el ahorro es evidente».
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«Al cultivo del algodón le llamaban el oro blanco 30 años atrás. Unas 36.000 hectáreas llegó a sembrar el Valle del Cauca», señaló Valderrama, y destacó que, en su caso, piensan incrementar el área plantada ya que necesitan «un cultivo que sea más rentable que el maíz».
Según cifras de la Asociación de Biotecnología Vegetal Agrícola (Agro-Bio), se prevé que la cosecha de algodón genéticamente modificado en Valle del Cauca produzca más de cinco toneladas por hectárea frente a las 2,5 toneladas que se producían hace diez años en la misma extensión.
Agro-Bio señaló, citando datos de la Confederación Colombiana de Algodón (Conalgodón), que el año pasado se sembraron en el país 20.700 hectáreas de algodón, de las cuales 15.868 fueron genéticamente modificado.