Tras 1354 días de incertidumbre hídrica y consecuencias del fenómeno de El Niño, el Sistema Chingaza ha alcanzado un nivel histórico, superando el 90% de su capacidad. Este sistema, que abastece el 70% del agua de Bogotá y los municipios cercanos, ha dado un respiro a la capital tras un largo periodo de sequía.
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El alcalde Carlos Fernando Galán celebró el logro destacando que actualmente el sistema cuenta con aproximadamente 260 millones de metros cúbicos de agua. Este nivel de almacenamiento es crucial para garantizar un suministro estable durante los meses de mayor demanda. Según el último reporte de la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR), el Sistema Chingaza, que incluye los embalses de Chuza y San Rafael, alcanzó el 91,82%, con 90,38% en Chingaza y 96,76% en San Rafael.
Recuperación tras la sequía: un alivio para la región
El alivio de los embalses se ha logrado gracias a las lluvias constantes en las zonas de alta montaña donde se ubican los cuerpos de agua. Estos niveles de recuperación han sido especialmente importantes después de los racionamientos de agua impuestos debido a una sequía severa derivada del fenómeno de El Niño. Además, la CAR destaca que no solo los embalses han mejorado, sino que los ecosistemas asociados también han experimentado una recuperación significativa, beneficiando tanto la vegetación como la fauna de la región.
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Aunque la tendencia en la mayoría de los embalses es ascendente, el Hato, ubicado en Carmen de Carupa, es la única excepción, con un 86,59% de capacidad. Esta situación es positiva, pues asegura un volumen importante de recurso hídrico para la región y reduce los riesgos de desabastecimiento, especialmente durante los períodos secos.
El sistema de rebosamiento controlado y la seguridad hídrica
Con el sistema Chingaza al 90%, surgieron temores sobre posibles inundaciones. Sin embargo, la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá y la CAR aclararon que se siguen protocolos de rebosamiento controlado para evitar cualquier tipo de riesgo. En su intervención, el director de la CAR, Alfred Ballesteros, explicó que en épocas de lluvias intensas, los embalses no se llenan al 100%, sino que se mantienen entre un 90% y 93% de su capacidad. Desde allí, se procede a liberar agua de manera controlada, asegurando tanto la disponibilidad del recurso como la seguridad de las comunidades aguas abajo.
“En temporada de lluvias llevamos los embalses casi hasta sus niveles más altos, pero nunca los dejamos alcanzar el 100 por ciento; oscilamos entre 90 y 93 por ciento y a partir de allí empezamos a liberar agua de manera controlada para no comprometer la disponibilidad del recurso ni la seguridad de las comunidades aguas abajo de estas estructuras”, señaló Ballesteros.
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Este protocolo preventivo es vital para mitigar los impactos negativos de las lluvias intensas y garantizar un suministro adecuado durante la temporada seca, que en este caso comienza a finales de julio y podría extenderse hasta octubre.
La recuperación de Chingaza tras la crisis hídrica de 2024
La noticia de la recuperación de los embalses de Chingaza es aún más significativa cuando se compara con los mínimos históricos registrados en abril de 2024, cuando los niveles de almacenamiento alcanzaron solo un 16,9%, lo que obligó a implementar racionamientos de agua en Bogotá y 12 municipios aledaños. En respuesta a esta crisis, las lluvias de mayo de 2025 y las medidas adicionales, como la captación de agua del río Bogotá, permitieron una recuperación considerable.
“Con corte al 12 de junio de este año, Chingaza alcanzó el 70% en su llenado. Chuza se recuperó considerablemente durante mayo, siendo este mes el segundo más lluvioso en la zona en los últimos treinta años”, explicó la CAR en su informe.
Gracias a este esfuerzo, hoy los embalses de la región no solo han logrado recuperar su capacidad, sino que están preparados para afrontar los desafíos del futuro, brindando seguridad hídrica a la capital colombiana y a sus alrededores.
Un futuro más seguro para Bogotá
El impacto de alcanzar el 90% de la capacidad del Sistema Chingaza es más que un simple número: significa seguridad hídrica para Bogotá y los municipios de la Sabana, y una recuperación ecológica importante para la región. Sin duda, este logro es un paso fundamental hacia la sostenibilidad de los recursos hídricos de la capital y sus alrededores.

