Bogotá

El puente fantasma de Bogotá: una promesa inconclusa entre juncos, garzas y brujería

En medio del humedal Juan Amarillo, en el occidente de Bogotá, se alza un puente moderno que no conecta con nada. Fue parte de un proyecto suspendido tras el rechazo ciudadano, y hoy es escenario de abandono, delincuencia y hasta ritos de brujería.

El puente fantasma de Bogotá: una promesa inconclusa entre juncos, garzas y brujería
El puente fantasma de Bogotá: una promesa inconclusa entre juncos, garzas y brujería El puente fantasma de Bogotá: una promesa inconclusa entre juncos, garzas y brujería Créditos: Imagen de archivo

Bogotá está llena de contrastes, pero pocos tan desconcertantes como el de una obra terminada que nunca fue utilizada. En el humedal Juan Amarillo —también llamado Tibabuyes—, entre las localidades de Suba y Engativá, reposa un puente sin caminos, sin acceso, sin razón aparente de ser.

La historia cobró relevancia gracias al youtuber Diego Andariego, quien documentó cómo llegó a esta estructura moderna, elevada, pero completamente aislada. Según explicó en su video, el puente hacía parte de un parque ecológico planeado para el humedal, que incluiría senderos y zonas de esparcimiento. Sin embargo, el proyecto se topó con el rechazo de vecinos, líderes ambientales y la comunidad, quienes alertaron sobre el riesgo ecológico que implicaría intervenir una de las reservas naturales más importantes de Bogotá.

Aunque la movilización surtió efecto y el plan fue suspendido, el puente ya estaba construido. Hoy permanece como una obra sin propósito, sin uso ni mantenimiento, convertida en una especie de ruina moderna.

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Pero su abandono no lo ha dejado vacío. Según denuncias locales, en la estructura se han detectado actividades delincuenciales y hasta presencia de brujería, lo que ha reforzado su imagen de lugar olvidado y cargado de misterio.

El puente, alzado sobre uno de los ecosistemas clave de la ciudad, se ha convertido en símbolo del desarrollo sin diálogo: una advertencia de lo que puede pasar cuando las obras públicas avanzan sin el consenso ni el cuidado que requieren los territorios que pretenden transformar.

Bogotá: un cementerio de elefantes blancos

El caso del puente en el humedal Juan Amarillo no es aislado. Bogotá enfrenta una preocupante acumulación de obras inconclusas, comúnmente conocidas como “elefantes blancos”. Según la Contraloría Distrital, la ciudad cuenta con aproximadamente 53 proyectos con retrasos significativos, sumando un costo de $18 billones de pesos. Entre estos se encuentran el Hospital de Kennedy, el Hospital Meissen y la ampliación de la Troncal Caracas.

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Además, la Contraloría General de la República ha identificado 17 proyectos en Bogotá categorizados como elefantes blancos u obras inconclusas, con un valor total de $712.212 millones de pesos. Uno de los casos más emblemáticos es el del interceptor Tunjuelo-Canoas, una obra clave para descontaminar el río Bogotá, que debía ser entregada en 2021 y en la que hay comprometidos $243.117 millones de pesos .

Estos proyectos representan no solo un desperdicio de recursos públicos, sino también una pérdida de oportunidades para mejorar la infraestructura y calidad de vida de los ciudadanos. La falta de planificación, supervisión y compromiso con la comunidad ha llevado a que muchas de estas obras queden en el abandono, convirtiéndose en símbolos de la ineficiencia y la desconexión entre las autoridades y las necesidades reales de la población.

       

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