Nos guste o no la idea, nuestro Sol, el eje del Sistema planetario que rige a nuestro planeta tiene un destino marcado: convertirse en una enana blanca, en un fenómeno de proporciones casi inconcebibles que terminaría arrasando con todo a su alrededor, lo que representaría igual el fin de la Tierra y con ello de toda la vida aquí. Este proceso, analizado por la NASA y diversas instituciones podríamos decir que sigue estando lejano, faltando alrededor de 5 mil millones de años para que suceda.
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Pero aún así no deja de ser aterradora la perspectiva de que con nuestros conocimientos acumulados de ciencia finalmente podemos concebir, por lo menos en teoría, cuál sería el auténtico fin de todos los tiempos: El momento en el que la humanidad y prácticamente todo en el Sistema Solar dejaría de existir para siempre.
La sola idea de este escenario cataclismo de proporciones interplanetarias ya es perturbadora, pero la realidad es que la comunidad científica también ha venido encontrando matices y aristas que le han dado forma y profundidad a ese momento del futuro donde todo será aniquilado.
A veces la ciencia puede proyectar verdaderas imágenes de pesadilla que ponen bajo perspectiva la pequeñez de nuestro planeta en el gran mapa del cosmos.
El fin de la Tierra por culpa de una enana blanca: El fin inevitable de la humanidad
Un nuevo estudio de la Real Sociedad Astronómica nos revela una serie de detalles escalofriantes sobre el futuro de nuestro Sistema Solar y la posibilidad de que la Tierra sea devorada por su propia estrella. La investigación, publicada en su totalidad en la más reciente edición del Monthly Notices of the Royal Astronomical Society (MNRAS), predice cómo será ese momento en el que el Sol se convierta en una enana blanca.
Esta crónica del fin de todo sería una de las más precisas de las que se tenga registro hasta ahora. En donde en una primera etapa, los planetas interiores, Mercurio y Venus, serán engullidos por el Sol en su fase de gigante roja. Mientras que la Tierra, por otro lado, podría tener un destino menos dramático, pero no más agradable. Ya que si nuestro planeta logra esquivar su succión, terminará perdiendo su atmósfera y océanos, convirtiéndose en un páramo totalmente hostil e inhabitable.
De hecho la investigación llega al grado de proyectar lo que pasaría con las lunas de Júpiter, donde algunas de ellas podrían ser arrancadas de su órbita y trituradas por la gravedad del Sol que agoniza. En todo escenario posible se trataría de una cataclismo de proporciones enormes, casi imposibles de imaginar. Pero estos hombres de ciencia lo lograron de una forma hasta cierto punto lógica.
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Cómo los científicos proyectaron el fin de la Tierra
Para llegar a estas predicciones, los astrofísicos estudiaron diversos sistemas planetarios similares al nuestro y observaron el comportamiento de las enanas blancas en ellos, con especial énfasis es aquellas estrellas que han agotado su combustible nuclear para iniciar el largo y violento proceso a convertirse en enanas blancas.
Los investigadores analizaron los tránsitos de tres enanas blancas diferentes, ZTF J0328−1219, ZTF J0923+4236 y WD 1145+017, para descubrir que en general en los tres casos su comportamiento era caótico e impredecible. Pero la tercera de la lista, incluso se convirtió en factor de sorpresa, ya que se detectó evidencia de un evento catastrófico que ocurrió hace apenas poco menos de una década.
Si bien el Sol aún tiene miles de millones de años de vida por delante, el estudio deja claro que el futuro de nuestro Sistema Solar es irreversiblemente violento cuando llegue a su fin.
Se trata de una carnicería en toda la extensión, con asteroides, lunas y planetas destrozados y convertidos en polvo por la fuerza gravitatoria de un Sol que les dio vida y que ahora sería el principal detonante de su aniquilación.
La Tierra podría sobrevivir a la fase de gigante roja, pero a un precio muy alto donde todos los seres vivos habitando el planeta no van a tener un buen desenlace.