Opinión

Calarcá no es la excepción: cuando el poder se degrada, la democracia se desangra

Esta es la primera entrega de una diatriba de Mar candela sobre el gobierno de Gustavo Petro

Carta abierta de Mar Candela a Gustavo Petro
Gustavo Petro y Mar Candela (Cortesía)

I. El espejo de Calarcá y la podredumbre estructural

Mientras el mundo observa con estupor cómo Javier Milei desmantela instituciones en Argentina y Giorgia Meloni endurece el discurso en Italia, en Colombia las alarmas suenan en voz baja. Meloni, actual primera ministra italiana y líder del partido ultraderechista Hermanos de Italia, ha consolidado su poder con un discurso nacionalista, antiinmigrante y ultraconservador. Su ascenso ha reconfigurado el panorama político europeo, atizando tensiones sociales y debilitando los contrapesos institucionales. Su estilo confrontativo y su cercanía con posturas autoritarias la convierten en un símbolo de cómo la ultraderecha puede erosionar la democracia desde adentro, mientras se presenta como garante del orden.

En Colombia, los hechos recientes que involucran a Calarcá, Quindío, han encendido una alarma ética y política. Según reveló la Unidad Investigativa de Noticias Caracol, existe un presunto entramado de corrupción que vincularía a jefes de las disidencias de las FARC —entre ellos alias “Calarcá”— con altos mandos del Ejército y un funcionario de la Dirección Nacional de Inteligencia. La información publicada indica que en julio de 2024, una caravana con siete jefes de las disidencias, custodiada por la Unidad Nacional de Protección, fue detenida en un retén militar en Anorí, Antioquia. Transportaban armas, dinero y un menor de edad. A pesar de ello, la mayoría de los capturados fueron liberados por orden de la fiscal general.

No estoy afirmando culpabilidades. No me corresponde. Hablo desde lo que han documentado medios de comunicación nacionales y desde la preocupación legítima que me genera como ciudadana y activista. Porque si lo que se ha publicado es cierto, estamos ante una degradación institucional de proporciones alarmantes.

Como diría Rita Segato, “el poder no se posee, se ejerce”. Yo lo traduzco así: cuando el poder se convierte en botín, deja de ser ejercicio democrático y se vuelve amenaza colectiva. Y si el Estado negocia con estructuras armadas ilegales, si se silencian investigaciones, si se protege a quienes deberían ser juzgados, entonces no estamos hablando de errores: estamos hablando de una democracia secuestrada.

II. Democracia como construcción cotidiana

Este no es un problema de “manzanas podridas”. Es una estructura. Una maquinaria que se alimenta del silencio, la impunidad y la desesperanza. Y que se fortalece cuando la opinión pública se acostumbra a la podredumbre como si fuera paisaje.

Silvia Federici afirma que “la lucha por el común comienza por reapropiarnos del poder sobre nuestras vidas”. Desde mi experiencia, esa reapropiación no es un acto heroico, es una práctica cotidiana. En Calarcá, como en muchas otras regiones del país, hay mujeres, jóvenes, liderazgos comunitarios y procesos de base que resisten, denuncian y construyen alternativas. No desde la ingenuidad, sino desde la convicción de que la democracia no es un regalo: es una construcción cotidiana.

III. Edu - comunicación: sembrar conciencia, no imponer verdades

Aquí entra la Edu - comunicación. No es una técnica ni una pedagogía de moda. Es una práctica política que entrelaza la palabra con la escucha, la emoción con el pensamiento, la experiencia con la reflexión. Es una forma de estar en el mundo que no busca adoctrinar, sino sembrar conciencia crítica desde la dignidad participativa.

La Edu - comunicación que defiendo no se limita a los medios ni a las aulas. Vive en las redes, en los barrios, en las cocinas, en los cuerpos. Es artesanal porque se hace con las manos, con la voz, con la historia. Es política porque transforma. Es ética porque no instrumentaliza. Es feminista porque reconoce que la palabra también puede ser territorio de disputa.

No se trata de convencer, se trata de movilizar el pensamiento. De incomodar sin humillar. De nombrar lo que duele sin convertirlo en espectáculo. De hacer de cada mensaje una posibilidad de encuentro, de reparación, de memoria, de futuro.

*Desde la Edu - comunicación, no hay neutralidad posible*. Hay responsabilidad. Y la mía es con la vida, con la verdad, con la justicia, con la posibilidad de que este país no se hunda en el cinismo.

IV. Una apuesta propia: semiótica y mayéutica para la vida cotidiana

Desde mis propios procesos de metaconciencia, he decidido replantearme la semiótica ( La semiótica es el estudio de los signos y los procesos de significación, analizando cómo los significados se crean y comunican en diferentes contextos.) y la mayéutica ( La mayéutica es un método de enseñanza creado por el filósofo Sócrates, que consiste en hacer preguntas para ayudar a las personas a encontrar sus propias respuestas y entender mejor las cosas, como si se estuviera ayudando a dar a luz a ideas en su mente) . Herramientas para la vida cotidiana. No como conceptos académicos lejanos, sino como prácticas vivas que pueden ayudarnos a leer el mundo con otros ojos y a preguntarnos, con honestidad, qué significan las cosas que nos atraviesan.

Esto de *semiótica y mayéutica para la vida cotidiana* es una conceptualización mía, nacida del deseo profundo de contribuir a la construcción de paz cotidiana, que para mí es la única vía posible hacia una paz verdadera y perseverante. No hablo desde la torre de marfil del saber, hablo desde mi experiencia como educomunicadora y periodista para el desarrollo humano, desde mi compromiso con la palabra que siembra, no que impone.

Sé que la mayoría de las ciudadanías colombianas hacen un esfuerzo enorme en sus agendas para leer y viven en afanes diarios por el pan y el sustento. En consecuencia no siempre tienen el privilegio de sentarse a estudiar horas y horas, de leer teorías, de conceptualizar. Por eso, desde este modesto espacio, comparto un poco de lo que he aprendido gracias al privilegio de haber accedido a la educación formal. Lo hago con un único deseo: aportar a la educación ciudadana consciente, invitar a la gente a no tragar entero las circunstancias dadas de su país y su entorno.

Cuando hablo de semiótica cotidiana, me refiero a la capacidad de leer los signos del poder: los silencios institucionales, los discursos que se repiten como mantras, los gestos de impunidad que se normalizan. Y cuando hablo de mayéutica cotidiana, hablo de parir pensamiento propio a través de preguntas que incomodan, que desinstalan certezas, que nos obligan a revisar lo que creíamos inamovible.

Desde la Edu - comunicación, este ejercicio no busca respuestas únicas, sino procesos de conciencia. Se trata de mirar el mundo como un texto que se puede leer, cuestionar y reescribir. Se trata de entender que cada acto de interpretación es también un acto político. Y que cada pregunta que nos hacemos —¿por qué callamos?, ¿por qué repetimos?, ¿por qué obedecemos?— es una grieta en el muro del poder.

Este es el tipo de práctica que me propongo sostener: una Edu - comunicación que no adoctrina, sino que siembra. Que no impone, sino que provoca. Que no teme decir “no sé”, porque sabe que el pensamiento crítico nace del asombro, no de la arrogancia.

V. Colofón: lo que sigue no es cómodo, es necesario

Hasta aquí les he hablado sobre estructuras, traiciones, resistencias y la urgencia de una Edu - comunicación ética.

Lo que viene es aún más denso e incómodo: voy a decir lo que pienso, así eso me cueste perder más seguidores. Mi postura política vive metamorfosis en la medida en que también vive la metamorfosis coyuntural. Tengo derecho a fortalecer mi criterio, a aprender cosas nuevas, a tener nuevos argumentos y a cambiar de opinión a partir de eso. Justamente ese es el ejercicio educativo que me propongo realizar el resto de mi vida junto a todas las personas que me acompañen: compartirles mi opinión sustentada en los procesos de metaconciencia (es decir, la capacidad que tú y yo podemos llegar a desarrollar desde el ejercicio de observar y reflexionar nuestros propios pensamientos, emociones y decisiones, para comprender desde dónde es que hablamos y por qué lo hacemos, desde dónde es que finalmente tomamos nuestras decisiones y para qué lo hacemos) y en las acciones concretas que explican por qué hago las invitaciones que hago.

Porque lo que está en juego no es solo la democracia.

Es la libertad y justicia social.

Y yo no vine a negociar ningúna de estas cruciales demandas.

Gracias por leer

Gracias por llegar hasta aquí. Gracias por leer con el corazón abierto y la mente despierta.

Este es un ejercicio de Edu - comunicación que no termina en estas líneas. Continúa en la próxima entrega, donde seguiré hilando pensamiento, memoria y responsabilidad.

- Segunda entrega (disponible la próxima semana):

“Lo que me costó no apoyar a Petro (y por qué no me arrepiento)”. Una reflexión sin maquillaje sobre el precio de la coherencia, la traición del petrismo y la urgencia de recuperar la ética en la política.

Nos vemos en la próxima “página”. No te la pierdas.

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